Título: Bakunin básico
Fecha: 2014
Fuente: Recuperado el 22 de septiembre de 2015 desde rebeldealegre.blogspot.com
Notas: Traducción al castellano por @rebeldealegre basada en la cuarta edición en inglés de 2014 publicada bajo el título «Basic Bakunin».

    Introducción

    Glosario

    Clase

    Estado

    Religión

    Democracia Burguesa

    Marx

    Sindicatos

    Organización Revolucionaria

    Anarquía

    Importancia de Bakunin Hoy

Esta edición está dedicada a Colin Parker, uno de los miembros fundadores de la Federación Anarquista Comunista (más tarde la Federación Anarquista) quien bosquejó la primera edición y ha provisto de invaluables consideración a cada revisión, ayudando a mantener viva la llama revolucionaria.

* * * * *

Introducción

Este panfleto examinará las ideas anarquistas de Mikhail Bakunin. A pesar de haber sido a menudo injuriadas, distorsionadas o ignoradas desde entonces, estas ideas fueron una inmensa influencia para el movimiento socialista del siglo 19. Al leer este panfleto, esperamos que se haga aparente que Bakunin tiene mucho que ofrecernos hoy, que sus ideas constituyen un cuerpo de pensamiento coherente y bien argumentado, y que demuestren que hay buenas razones para que sea descrito como el abuelo del anarquismo moderno.

Bakunin sostuvo perspectivas que son correctamente rechazadas en el movimiento anarquista moderno, como el nacionalismo eslavo de izquierda en su juventud y el anti-semitismo que cargó por toda su vida, pero podemos simultáneamente criticar aquellos aspectos negativos de su carácter y aún recurrir a aquellas ideas que sí se erigen ante el escrutinio.

Glosario

Los siguientes términos serán utilizados en este panfleto:

Absolutismo
Un sistema de gobierno en que el poder es detentado por una persona o por un muy selecto grupo de personas.

Anarquismo
Un sistema económico y político basado en la remoción de las estructuras opresoras y explotadoras en la sociedad (como el capitalismo y el estado), y en construir una sociedad donde todos tengan igual ingerencia en las decisiones que afectan sus vidas.

Apoyo Mutuo
Actuar en cooperación con otro grupo.

Autoritarismo
Una forma de gobierno en que se requiere la obediencia a una autoridad formal y se mantiene una jerarquía.

Burguesía
También conocida como clase dominante o clase capitalista. Aquellos que son dueños de las tierras, de las viviendas y de los lugares de trabajo y que satisfacen sus necesidades por medio del trabajo de los demás.

Capitalismo
Un sistema económico y político basado en la explotación de aquellos que están forzados a vender su trabajo, en el que el comercio y la industria de un país son controlados por propietarios privados para el lucro.

Clase
Un conjunto de personas a las que se les otorga un título que comparten en base a algo que tienen en común.

Comunismo
Un sistema económico y político basado en la propiedad común de la propiedad privada (como las fábricas, los campos y los talleres), donde los bienes se hacen disponibles de acuerdo a la necesidad y a asegurar el bienestar de todos.

Consenso
Tener un acuerdo general de parte de todos los involucrados en una decisión.

Determinismo
Un conjunto de ideas filosóficas que dicen que para todo evento, incluyendo las acciones humanas, existen condiciones que no podrían causar otro evento. Esta postura afirma que todo ocurre debido a las condiciones que vinieron antes (también conocido como causa y efecto), y que no podría haber habido otro resultado posible.

Emancipación / Liberación
Obtener el máximo posible de libertad para tomar opciones políticas y económicas por ti mismo, y que esto esté disponible para todos.

Estado, El
Las instituciones reunidas que crean y refuerzan las leyes creadas por una pequeña minoría de personas dentro de un territorio dado. A través de las leyes el estado clama que solo él tiene el derecho a conceder el uso de la violencia. El estado usa la ley para justificar y proteger una economía capitalista.

Idealismo
Un conjunto de ideas filosóficas que señalan que la realidad como la conocemos existe solamente en nuestras mentes, y que son estos pensamientos los que crean los cambios a nuestro alrededor. Alguien que sigue esta escuela de pensamiento se denomina idealista.

Igualitario
Una persona que cree en la igualdad de todas las personas.

Jerárquico
Naturaleza de la jerarquía. Un sistema en el que los miembros de una organización o sociedad son clasificados de acuerdo a su estatus o autoridad relativa.

Libertario
Aquel que defiende la maximización de los derechos individuales y la minimización del rol del estado.

Marx, Karl
Karl Marx (5 Mayo de 1818 — 14 Marzo de 1883) fue un filósofo, economista, sociólogo, historiador, cronista, y revolucionario alemán. La obra de Marx sobre economía sentó las bases para la comprensión actual del trabajo y su relación con el capital, y ha influido a mucho del pensamiento económico posterior. Bakunin y Marx, mientras estaban en amplio acuerdo respecto al modo en que funciona el capitalismo, terminaron como figuras insignes de un desacuerdo respecto a cómo oponerse al capitalismo.

Materialismo
Un conjunto de ideas filosóficas que señalan que el pensamiento y la acción físicas crean cambios a nuestro alrededor. Alguien que sigue esta escuela de pensamiento se denomina materialista.

Praxis
El ciclo de usar tus ideas y habilidades para planificar acciones prácticas, luego utilizar el resultado de aquellos actos para refinar y mejorar tus ideas y habilidades. Esto a su vez informa a futuras acciones, lo que luego mejora la siguiente oleada de ideas, y así.

Socialismo
Un sistema económico y político basado en la propiedad social de nuestros lugares de trabajo y la administración cooperativa de la economía. Similar al comunismo, sin embargo no siempre en acuerdo con cómo debiese manejarse la sociedad o cómo la producción debiese ser distribuida.

Solidaridad
Unidad o acuerdo de sentimiento o acción, especialmente entre individuos con un interés común; el apoyo mutuo dentro de un grupo.

Clase

Bakunin veía la revolución en términos del derrocamiento de una clase opresora por otra clase oprimida y la destrucción del poder político como se expresa en el estado y la jerarquía social. De acuerdo a Bakunin, la sociedad se divide en dos clases principales que están fundamentalmente opuestas una con la otra. La clase oprimida, que él describe diversamente como los plebeyos, el pueblo, las masas o los trabajadores, conforma una gran mayoría de la población. Bajo condiciones usuales ésta no es consciente de sí misma como clase, aunque posee un instinto para la revuelta y pese a que no esté organizada, está llena de vitalidad. La numéricamente mucho más pequeña clase opresora sin embargo es consciente de su rol y mantiene su predominancia actuando de modo resuelto, concertado y unido.

Las diferencias básicas entre las dos clases, mantuvo Bakunin, yacen en la propiedad y el control de la propiedad, que está desproporcionadamente en manos de la clase minoritaria de los capitalistas. Las masas, por otra parte, tienen poco que llamar propio más que su habilidad para trabajar.

Identifica correctamente que la riqueza es generada por el pueblo trabajador pero que se nos niega los frutos de nuestra labor.

"Dado que el trabajo, que es la producción de riqueza, es colectiva, ¿no parecería lógico que el disfrute de esta riqueza deba también ser colectiva?"[1]

Bakunin fue lo suficientemente astuto como para comprender que las diferencias entre las dos clases principales no siempre son tan claras. Señaló que no es posible dibujar una línea dura entre las dos clases, aunque, como en la mayoría de las cosas, las diferencias sean más aparentes en los extremos. Entre estos extremos de riqueza y poder hay una jerarquía de estratos sociales que puede ser evaluada de acuerdo al grado en que se explotan unos con otros o son explotados ellos mismos. Mientras más lejos de los trabajadores está un grupo dado, más probable es que sea parte de la categoría explotadora y menos sufre de la explotación. Entre las dos clases principales hay una clase media o clases medias que son tanto explotadoras como explotadas, dependiendo de su posición en la jerarquía social.

En contraste con las ideas de Marx respecto a que el proletariado urbano es la fuerza revolucionaria principal en la sociedad, Bakunin en vez consideró a ambos, trabajadores urbanos y rurales juntos como las masas más explotadas, y que forman, en la visión de Bakunin, la gran clase revolucionaria y que es la única que puede barrer con el sistema económico presente. Desafortunadamente, la realidad de la explotación y su pobreza resultante no son en sí mismas garantía de la revolución. La pobreza extrema, pensaba Bakunin, es probable que conduzca a la resignación si el pueblo no puede ver alternativa alguna posible al orden existente. Quizás, si llegan a grandes profundidades de desesperación, los pobres se alzarán en una revuelta. Las revueltas sin embargo tienden a ser locales y por lo tanto, fáciles de revocar. En la visión de Bakunin, tres condiciones son necesarias para ocasionar una revolución popular. Estas son:

  • Odio puro por las condiciones en que se encuentran las masas

  • La creencia en que el cambio es una alternativa posible

  • Una visión clara de la sociedad que deba construirse para concretar la emancipación humana

Sin la presencia de estos tres factores, más una autoorganización unida y eficiente, ninguna liberación posible puede venir de una revolución.

Bakunin no tenía dudas de que la revolución debe necesariamente involucrar la destrucción para crear las bases de la nueva sociedad. Señaló que, muy simple, revolución significa nada menos que guerra, es decir la destrucción física de personas y de propiedad. Las revoluciones espontáneas involucran, a menudo, la vasta destrucción de la propiedad. Bakunin notó que cuando las circunstancias lo demanden, los trabajadores destruirían hasta sus propias casas, que más a menudo que no, no les pertenecen. La pulsión negativa, destructiva, es absolutamente necesaria, afirmó, para barrer el pasado. La destrucción está cercanamente ligada con la construcción dado que“mientras más vivido es visualizado el futuro, mas poderosa es la fuerza de la destrucción.”[2]

Dada la cercana relación entre la concentración de riqueza y poder en las sociedades capitalistas, no es sorpresa que Bakunin considere los asuntos económicos como de importancia primordial. Es en el contexto de la lucha entre el trabajo y el capital que Bakunin le dio gran importancia a las huelgas de los trabajadores. Las huelgas, creía él, tienen un número de funciones importantes en la lucha contra el capitalismo. Son necesarias como catalizadores para arrancar a los trabajadores de su fácil aceptación del capitalismo; les sacude de su condición de resignación. Las huelgas, como una forma de batalla económica y política, requieren de unidad para tener éxito, uniendo así a los trabajadores. Durante las huelgas, hay una polarización entre empleadores y trabajadores. Esto hace a los últimos más receptivos a la propaganda revolucionaria y destruye el deseo de hacer concesiones y buscar acuerdos. Bakunin pensaba que a medida que la lucha entre el trabajo y el capital aumenta, así también lo hará la intensidad y número de huelgas. La huelga definitiva es la huelga general. Una huelga general revolucionaria, en la que los trabajadores con consciencia de clase estén infundidos de ideas anarquistas conducirá, pensaba Bakunin, a la explosión final que ocasionará la sociedad anarquista.

Las huelgas despiertan, en las masas del pueblo, todos los instintos socialistas-revolucionarios que residen en lo profundo del corazón de todo trabajador ... [y] cuando aquellos instintos, agitados por la lucha económica, despierten en las masas de trabajadores, que se levantan de su propio sueño, entonces la propagación de la idea socialista-revolucionaria se vuelve bastante fácil”.[3]

Las ideas de Bakunin son revolucionarias en el más completo sentido, ocupándose de la destrucción de la explotación económica y la dominación social/política y su reemplazo por un sistema de organización social que esté basado en la solidaridad y el apoyo mutuo. Bakunin ofreció una crítica al capitalismo (en el que la autoridad y la desigualdad económica van de la mano), y al socialismo de estado (que es unilateral en su concentración en los factores económicos mientras que desestima burdamente los peligros de la autoridad social).

Estado

Bakunin basó su teoría consistente y unificada de las relaciones sociales en tres puntos conectados:

  • Los seres humanos son naturalmente sociales (y por ende desean la solidaridad social)

  • Los seres humanos son más o menos iguales

  • Los seres humanos quieren ser libres

Su anarquismo, en consecuencia, se ocupa del problema de crear una sociedad libre dentro del contexto de un sistema igualitario de interacción mutua. El problema con las sociedades existentes, afirmó, es que son dominadas por estados que son constructos necesariamente violentos, anti-sociales, y artificiales que niegan la realización de la humanidad.

Mientras hay, en la visión de Bakunin, muchos rasgos objetables en el capitalismo, aparte del estado (ej., la opresión de las mujeres, la esclavitud asalariada), es el estado quien alimenta, mantiene y protege al sistema opresor como un todo. El estado se define como una máquina anti-social que controla a la sociedad para el beneficio de una clase opresora o élite. Es esencialmente una institución que se basa en la violencia y que se preocupa de la mantención de la desigualdad por medio de la represión política. Además el estado se basa en una burocracia permanente para ayudar a llevar sus fines a cabo. El elemento burocrático, incidentalmente, no es simplemente una herramienta que éste promueva. Todos los estados, creía Bakunin, tienen tendencias internas a la auto-perpetuación, ya sean capitalistas o socialistas y por ende se les debe oponer como obstáculos a la libertad humana.

Se podría objetar que los estados no están principalmente preocupados de la represión y la violencia política y que los estados democráticos liberales, en particular, están muy interesados en el bienestar social. Bakunin argumenta que tales aspectos son solo un disfraz, y que, al ser amenazados, todos los estados revelan su naturaleza esencialmente violenta.

Y los desarrollos en Gran Bretaña en el último par de décadas tienden a corroborar otro rasgo del estado al que Bakunin llevó la atención — la tendencia al autoritarismo y al absolutismo. Creía él que habían fuertes presiones en todos los estados a moverse hacia la dictadura militar pero que la velocidad de tal desarrollo variará de acuerdo a factores como la demografía, la cultura y la política.

Finalmente, Bakunin señaló que los estados tienden hacia la guerra contra otros estados. Dado que no hay un código moral internacionalmente aceptado entre los estados, entonces las rivalidades entre ellos se expresarán en términos de conflictos militares. En sus palabras:

Mientras existan los Estados no habrá paz. Habrá descansos más o menos prolongadostreguas pactadas por los estados perpetuamente beligerantes— pero tan pronto como un estado se sienta lo suficientemente fuerte como para destruir este equilibrio para su propia ventaja, nunca fallara en hacerlo”.[4]

En contraste con las ideas de Marx acerca del estado, Bakunin mantuvo que todas las formas de gobierno eran injustas y que la verdadera democracia no puede simplemente ser inculcada de a poco o poniendo a las personas correctas a cargo, sino que requiere de una transformación total de la sociedad.

Religión

Dios como idea era profundamente repulsiva para Bakunin, que va contra la razón y el pensamiento racional. Veía la idea de Dios como una creación humana, una abstracción absoluta sin realidad, contenido y determinación. En otras palabras, es la nada absoluta. Dios y la religión son ambas fantasías humanas, una distorsión de la vida en la tierra. La creencia en Dios destruye la solidaridad, la libertad, la cooperación y la comunidad humanas. El amor humano es transferido al sinsentido del amor por algo que no existe y a la caridad religiosa. Para Bakunin, Dios y la religión son enemigos de todas las clases oprimidas y en efecto su rol es contribuir a la explotación y la opresión en sintonía con la clase dominante. La aceptación de la idea de Dios era para Bakunin la negación de la humanidad, la libertad y la justicia. Afirmó que si Dios es la verdad, la justicia y la vida infinita entonces la humanidad debe ser “la falsedad, la injusticia grosera y la muerte”.[5] Bakunin argumenta luego que al aceptar la existencia de Dios la humanidad se esclaviza, y que ya que la humanidad es capaz de inteligencia, justicia y libertad, le sigue que tal cosa, Dios, no existe.

Las religiones para Bakunin son el resultado de la fantasía humana en las que el cielo es un espejismo. Una vez instalado Dios, naturalmente se vuelve el amo ante quien las personas se postran. Por supuesto, Bakunin reconoció que Dios no existe y que la religión es una forma humana de organizar y controlar a las masas. Propuso que quien sea que se invista de profeta, revelador o sacerdote (representante de Dios en la tierra) se convertirá en el maestro y el líder. Desde ese rol los líderes religiosos terminan “comandando, dirigiendo y gobernando la existencia terrena”.[5] Así, los esclavos de Dios se vuelven esclavos de la Iglesia y el Estado en tanto a este último se le conceda la bendición de la religión organizada. Las religiones organizadas del mundo, particularmente el Cristianismo, se han aliado siempre con la dominación e incluso las religiones perseguidas disciplinan a sus seguidores, sentando las bases para una nueva tiranía. Todas las religiones, pero de nuevo, especialmente el Cristianismo, están, en palabras de Bakunin “fundadas en sangre”.[5]

¿Cuántas víctimas inocentes han sido torturadas y asesinadas en nombre de la religión del amor y el perdón? ¿Cuántos clérigos, incluso hoy, pregunta Bakunin, apoyan la pena capital?

Bakunin creía que Dios no existe, y que esta es razón suficientemente buena como para oponerse a la religión. Sin embargo también señala que las religiones deben ser combatidas porque crean una esclavitud intelectual que, en alianza con el estado, resulta en esclavitud política y social. Las religiones desmoralizan y corrompen a las personas. Destruyen la razón y “llenan las mentes de las personas con absurdos”.[5] La religión es una forma antigua de ideología que, en alianza con el estado, puede ser reducida a una simple frase — Te engañamos, te gobernamos’.[6]

Democracia Burguesa

Los comentaristas políticos y los medios están constantemente cantando los elogios al sistema de democracia representativa en el que cada ciertos años se le pide al electorado poner una cruz sobre un papel para determinar quién les controlará. Este sistema funciona bien en tanto que el sistema capitalista ha encontrado un modo de obtener legitimidad por medio de la ilusión de que de alguna manera los votantes están a cargo de la operación del sistema. Los escritos de Bakunin sobre el asunto de la democracia representativa fueron hechos en un momento en que apenas existía en el mundo. Pero pudo ver sobre la base de un par de ejemplos (los Estados Unidos y Suiza) que la ampliación del sufragio hace poco por mejorar la suerte de la gran masa de la población. Cierto, como notó Bakunin, los políticos están preparados para ofrecer todo tipo de promesas, pero todas estas desaparecerán el día después de la elección. Los trabajadores seguirán yendo a trabajar y la burguesía nuevamente reanudará los problemas del negocio y la intriga política.

Hoy, en los Estados Unidos y en la Europa occidental, el sistema político predominante es el de la democracia liberal. En Gran Bretaña el sistema electoral es patentemente injusto en su distribución de asientos parlamentarios, en tanto que algunos partidos con sustancial apoyo obtienen nimia representación. Sin embargo, incluso donde aplique la estricta representación proporcional, la crítica Bakuninista sigue fustigando — el sistema representativo requiere que solo una pequeña sección de la población se preocupe directamente de la legislación y del gobierno.

Las objeciones de Bakunin a la democracia representativa descansan básicamente en el hecho de que es una expresión de la desigualdad de poder que existe en la sociedad. A pesar de que las constituciones garanticen los derechos de los ciudadanos y la igualdad ante la ley, la realidad es que la clase capitalista tiene el control permanente. Mientras la gran masa de la población tenga que vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, no puede haber gobierno democrático. Mientras las personas sean explotadas económicamente por el capitalismo y haya groseras desigualdades de riqueza, no puede haber real democracia.

Pero como Bakunin puso en claro, si por alguna peculiaridad fuese elegido un gobierno socialista, en términos reales las cosas no mejorarían mucho. Cuando las personas obtienen poder y se sitúan ‘sobre’ la sociedad, argumentó, su manera de ver el mundo cambia. Desde su elevada posición del alto cargo la perspectiva sobre la vida se distorsiona y parece muy distinta a la de aquellos abajo. La historia de la representación socialista en el parlamento es principalmente la de renegar las promesas y de ser absorbidos en los modos, la moral y las actitudes de la clase dominante. Bakunin sugiere que tal desviación desde las ideas socialistas no se debe a una traición, sino a que la participación en el parlamento hace que los representantes vean el mundo a través de un espejo distorsionado. Un parlamento de trabajadores, embarcados en las tareas de gobernar, terminaría, dijo Bakunin en su obra de 1870 Sobre el Gobierno Representativo y el Sufragio Universal, en una cámara de “aristócratas decididos, audaces o tímidos adoradores del principio de autoridad que también se convertirán en explotadores y opresores”.

El socialismo burgués es una especie de híbrido, localizado entre dos mundos irreconciliables, el mundo burgués y el mundo de los trabajadores [...] Corrompe al proletariado doblemente: primero, adulterando y distorsionando sus principios y su programa; segundo, impregnándole de esperanzas imposibles acompañadas de una fe ridícula en la conversión próxima de la burguesía, de esa manera se le intenta arrastrar a la política burguesa y volverlo un instrumento de ésta”.[1]

Lo que afirma Bakunin una y otra vez en sus escritos es que nadie puede gobernar por el pueblo por sus intereses. Solo el control personal y directo de nuestras vidas asegurará que la justicia y la libertad prevalezcan. Abdicar al control directo es negar la libertad. Conceder la soberanía política a otros, ya sea bajo el manto de la democracia, el republicanismo, el estado popular, o lo que sea, es darle a otros el control y por ende el dominio de nuestras vidas. Como Bakunin puso en claro, los hechos económicos son mucho más fuertes que los derechos políticos. Mientras haya explotación económica habrá dominación política de los ricos sobre los pobres.

Se podría pensar que el referéndum, en el que las personas hacen directamente las leyes, sería un avance respecto a la idea de la democracia representativa. Este no es el caso de acuerdo a Bakunin, por varias razones. Primero, las personas no están en una posición de tomar decisiones sobre la base del conocimiento total de todos los asuntos involucrados. Además, las leyes pueden tener una naturaleza compleja, abstracta, y especializada y para votar por ellas de modo serio, necesitarían estar completamente educadas y tener el tiempo y las capacidades para reflexionar y discutir las implicancias involucradas. La realidad de los referéndums es que son usados por políticos a tiempo completo para obtener la legitimidad para asuntos esencialmente burgueses. No es coincidencia que Suiza, que ha utilizado el referéndum con frecuencia, sigue siendo uno de los países más conservadores en Europa. Con los referéndums, las personas son guiadas por los políticos, quienes establecen los términos del debate. Así, a pesar de la participación popular, el pueblo sigue bajo el control burgués.

Finalmente, respecto a toda la idea de la posibilidad del estado democrático: Bakunin pensaba que el estado democrático es una contradicción en los términos dado que el estado es esencialmente fuerza, autoridad y dominación y está necesariamente basado en la desigualdad de riqueza y poder. La democracia, en el sentido de auto-gobierno para todos, significa que nadie es gobernado. Si nadie gobierna, no puede haber estado. Si hay estado, no puede haber auto-gobierno.

Marx

La oposición de Bakunin a Marx involucra varias críticas separadas pero relacionadas. Aunque pensaba que Marx era un revolucionario sincero, Bakunin creía que la aplicación de la implementación de las formas de organización política de Marx conduciría necesariamente al reemplazo de una represión (capitalista) por otra (socialista de estado).

Bakunin mismo proporcionó la primera traducción al ruso tanto del Manifiesto Comunista como de secciones del Capital. El anarquista italiano Covelli, él mismo un cercano a las ideas de Bakunin, produjo la primera discusión sobre el Capital en italiano, mientras que otro anarquista italiano, Cario Cafiero, nuevamente en el espectro de Bakunin, produjo un resumen del Capital que fue considerado por Marx como el mejor escrito hasta entonces. Luego fue editado, introducido y anotado en Francés por el más cercano asociado a Bakunin, James Guillaume.

Como señala el Reponse de Quelques Internationaux (1872), muchos de los Internacionalistas del Jura (compañeros de Bakunin) habían leído el Capital:

Lo han leído, y de igual manera no se han vuelto Marxistas; eso puede parecer muy singular para estos inocentes. Cuántos, por el contrarío, en el Consejo General, son Marxistas sin haber nunca abierto el libro de Marx”.

Bakunin siempre tuvo profundo respeto por la obra económica de Marx, en particular por el Capital, e incluso durante el clímax de la campaña de odio y difamación librada en su contra por Marx y sus seguidores, mantuvo esta visión favorable de sus análisis económicos.

Sin embargo, Bakunin se opuso a lo que consideró ser el determinismo económico en el pensamiento de Marx. Puesto de otra forma, Bakunin estaba contra la idea de que todas las estructuras de una sociedad —sus leyes, su moral, su ciencia, su religión, etc.— fuesen “sino los necesarios efectos secundarios del desarrollo de los hechos económicos”.[7] En vez de que estas cosas estuviesen principalmente determinadas por los factores económicos (es decir, los modos de producción), Bakunin tenía mucho más en cuenta la activa intervención de los seres humanos en la realización de su destino. Bakunin era en gran medida un materialista, y criticó a Proudhon por su idealismo (que podía ir en contra de la realidad de una situación). Sin embargo su materialismo y su comprensión de cómo se estructuraba y funcionaba la sociedad no era una idea mecanicista y le daba espacio a las acciones de determinados individuos y minorías.

La acción de la clase trabajadora debe ser la síntesis de la comprensión de la “mecánica del universo” —la mecánica de la sociedad— y de “la efectividad del libre albedrío” — la acción revolucionaria consciente. Ahí yacen los cimientos de la teoría de la acción revolucionaría de Bakunin”.[8]

Más fundamental fue la oposición de Bakunin a la idea Marxista de la dictadura del proletariado, que era, en efecto, un estado transitorio en el camino al comunismo sin estado. Marx y Engels, en el Manifiesto Comunista de 1848, habían escrito sobre la necesidad de ejércitos obreros bajo supervisión estatal, sobre el retraso de los trabajadores rurales, la necesidad de una economía centralizada y dirigida, y de una nacionalización extendida. Más adelante, Marx puso en claro además que un gobierno de los trabajadores podría llegar a ser por medio del sufragio universal. Bakunin cuestionó ambas proposiciones.

El estado, sea cual sea su base, ya sea proletario o burgués, inevitablemente contiene varios rasgos objetables. Los estados se basan en la coerción y la dominación. Bakunin propuso que esta dominación dejaría muy pronto de ser aquella del proletariado sobre sus enemigos y se convertiría en un estado sobre el proletariado. Esto surgiría, creía Bakunin, debido a la imposibilidad de que toda una clase, de millones de personas, gobierne para sí. Necesariamente, los trabajadores tendrían que ejercer el poder mediante la delegación, confiando las tareas del gobierno a un pequeño grupo de políticos.

Una vez que el rol del gobierno fuese retirado de las manos de las masas, surgiría una nueva clase de expertos, científicos y políticos profesionales. Esta nueva élite estaría por lejos más segura en su dominación sobre los trabajadores por medio de la mistificación y la legitimación concedida por la afirmación de actuar de acuerdo a leyes científicas (una aseveración muy importante para los Marxistas). Además, dado que el nuevo estado puede disfrazarse de la verdadera expresión de la voluntad del pueblo, la institucionalización del poder político da cabida a un nuevo grupo de gobernantes con los mismos intereses egoístas y los mismos encubrimientos de sus dudosas operaciones.

Bakunin propuso que otro problema planteado por el sistema estatal era que un gobierno centralizado fortalecería aún más el proceso de dominación. El estado como propietario, organizador, director, financista, y distribuidor del trabajo y la economía tendría necesariamente que actuar de manera autoritaria en sus operaciones. Como puede verse en supuestos estados socialistas como Rusia y Cuba, una economía centralizada debe actuar con decisiones que van de arriba hacia abajo; no puede satisfacer las complejas y diversas necesidades de los individuos y, al final del análisis, es un gigante incurable e ineficiente. Marx creía que el centralismo, venga de donde venga, era una movida hacia la solución de la revolución final y conducida por el estado. De acuerdo a Bakunin:

“La organización política y económica de la vida social no debe, como en el presente, ser dirigida desde la cúspide hacía la base —del centro a la circunferencia— imponiendo unidad por medio de la centralización forzada. Por el contrarío, debe ser reorganizada para ocurrir desde el base a la cúspidedesde la circunferencia hacia el centro— de acuerdo a los principios de la asociación y federación libres”.[8]

Esto significa en términos prácticos que en vez de ser dirigida por un estado centralizado, una sociedad anarquista involucraría la organización de individuos y grupos de modo federativo. Consejos fabriles, grupos comunitarios y otros grupos formarían redes horizontales por medio de la asociación voluntaria para dirigir la acción más amplia que involucra a más que solo su grupo.

Las predicciones de Bakunin han brotado en la realidad. Los Bolcheviques tomaron el poder en 1917, hablaron sin parar de la dictadura del proletariado y del poder de los soviets, y sin embargo inevitablemente, con o sin quererlo, crearon un vasto estado burocrático policial. Muchos socialistas de estado y comunistas de partido afirman que esto es por que el estado estaba sujeto a condiciones no ideales, sin embargo los métodos que sugieren inevitablemente llevan a estos resultados.

Sindicatos

La mayor parte de la izquierda en Gran Bretaña ve las estructuras presentes de los sindicatos con buenos ojos. Esto es cierto en los miembros del Partido del Trabajo, tanto de izquierda como de derecha, y en muchas organizaciones Marxistas. Estos cuerpos desean capturar o retener el control de los sindicatos, para usarlos para sus propios propósitos. Como resultado, con frecuencia hay amargos conflictos y maniobras por el control en su interior.

Bakunin sentó las bases del acercamiento anarcosindicalista a la organización sindical y reconoció la tendencia general de los sindicatos no anarquistas a la descomposición en feudos personales y en burocracia hace más de un siglo. Discutiendo en el contexto de la organización sindical del período de la Asociación Internacional de Trabajadores, dio ejemplos de cómo los sindicatos pueden ser hurtados a los miembros, que se supone que son expresión de su voluntad. Identificó varios rasgos interrelacionados que conducen a la usurpación del poder por parte de los líderes del sindicato.

Primero, indicó un factor psicológico que juega un papel clave. Los militantes honestos, trabajadores, inteligentes y bien intencionados obtienen con esfuerzo el respeto y la admiración de sus co-miembros y son elegidos para el alto cargo. Demuestran auto-sacrificio, iniciativa y habilidad. Desafortunadamente, una vez en la posición de líder, estas personas pronto se imaginan a sí mismos como indispensables y su foco de atención se centra más y más en las maquinaciones dentro de los diversos comités sindicales.

El alguna vez militante entonces se aleja de los problemas cotidianos de los miembros comunes y corrientes y asume el auto-engaño que aflige a todos los líderes, es decir, un sentido de superioridad.

Dada la existencia de las burocracias sindicales y las cámaras de debate secretas en las que los líderes deciden las acciones y políticas del sindicato, surge la élite dominante dentro de las estructuras sindicales, no importa cuán democráticas puedan ser éstas formalmente. Con la creciente autoridad de los comités, etc., los trabajadores se vuelven indiferentes a los asuntos del sindicato con la excepción, asevera Bakunin, de los asuntos que directamente les afectan, por ejemplo, los debidos pagos, las huelgas, y demás.

Los sindicatos siempre han tenido grandes problemas para obtener suscripciones de miembros alienados. Una solución se ha encontrado en el sistema de ‘descuentos’ por el cual los sindicatos y empleadores colaboran para retirar la suma requerida de las fuentes, es decir, de las remuneraciones. Cuando los trabajadores no controlan directamente su sindicato, como Bakunin pensaba que debían, y delegan la autoridad a comités y agentes a tiempo completo, ocurren varias cosas. Primero, mientras las suscripciones no sean demasiado altas, y no se presione tanto por las cuotas atrasadas, los cuerpos sustitutos pueden actuar con virtual impunidad. Esto es bueno para los comités pero casi acaba con la vida democrática del sindicato. El poder gravita cada vez más hacia los comités y estos cuerpos, como todos los gobiernos, sustituyen la voluntad de los miembros por la propia. Esto a su vez permite la expresión de intrigas personales, de vanidad, ambición e interés propio. Muchas batallas intra-sindicales, que se pelean ostensiblemente sobre bases ideológicas, son de hecho meras luchas por el control de parte de ambiciosos egoístas que han escogido al sindicato para estructurar sus carreras. Este carrerismo ocasionalmente sale a la superficie en batallas entre izquierdistas rivales, por ejemplo cuando no existen razones políticas para el conflicto. En el pasado, el Partido Comunista ofreció una trayectoria sindical dentro de ciertos sindicatos y surgieron tales conflictos constantemente, una ruta aún utilizada por los miembros de Partido del Trabajo y varios partidos socialistas hoy.

Dentro de los diversos comités sindicales, que se ordenan jerárquicamente (imitando al capitalismo), uno o dos individuos llegan a dominar sobre la base de una inteligencia o agresividad superior. En últimas, los sindicatos llegan a ser dominados por patrones que detentan gran poder en sus organizaciones, a pesar de las salvaguardas de los procedimientos y constituciones democráticas. En las últimas décadas, muchos patrones de sindicato se han vuelto figuras nacionales, especialmente en los períodos de gobierno del Partido del Trabajo. Bakunin era consciente de que tal degeneración sindical era inevitable, pero solo surge en ausencia del control de los comunes y corrientes, la carencia de oposición a tendencias no democráticas y el acceso al poder sindical para quienes permiten ser corruptos. Aquellos individuos que genuinamente desean salvaguardar su integridad personal, afirmó Bakunin, no deben quedarse en el cargo por mucho tiempo y deben alentar una fuerte oposición de los comunes y corrientes. Los militantes sindicales tienen un deber de permanecer fieles a sus ideales revolucionarios.

La integridad personal, sin embargo, es un amparo insuficiente — otros factores institucionales y organizativos deben también entrar en juego. Se incluye el reporte cotidiano de las propuestas hechas por los cargos y cómo votaron, en otras palabras, cuentas frecuentes y directas. Segundo, tales delegados sindicales deben obtener sus mandatos desde los miembros y estando sujetos a las instrucciones de los comunes y corrientes. Tercero, Bakunin sugiere el retiro inmediato de los delegados insatisfactorios. Finalmente, y lo más importante, instó al llamado a mítines masivos de miembros ordinarios y otras expresiones de actividad de base para eludir a aquellos líderes que actúan de manera no democrática. Los mítines masivos inspiran a los miembros pasivos a la acción, creando una camaradería que tendería a repudiar a los supuestos líderes.

Bakunin basó su análisis en los sindicatos de su tiempo. Como tal, su crítica fue perceptiva y aguda; en particular sus usuales percepciones de la naturaleza alienante del poder así como también de la creciente burocratización de los altos cargos sindicales. El pensamiento de Bakunin sobre el asunto de las organizaciones de trabajadores y de cómo debiesen estructurarse sentó las bases para el nacimiento del anarco-sindicalismo en España, Francia y otras partes. Sin embargo, en los dos siglos tras su muerte, la integración de los sindicatos al sistema capitalista ha avanzado a ritmo acelerado. Los liderazgos sindicales a menudo sabotean las luchas de los trabajadores. La organización común y corriente dentro del sindicato y los intentos por ‘democratizarlos’ no son la respuesta a la pregunta de cómo deben organizarse los trabajadores. Las luchas exitosas son ahora cada vez más de tipo ilegal, fuera del control de los liderazgos sindicales, y con frecuencia se organizan fuera de los sindicatos. Cuando los sindicatos sí declaran la huelga, o bien han sido forzados a hacerlo por la ira y el descontento de los miembros, o emprenden actos simbólicos con poca chance de victoria para sofocar la militancia de aquellos que están en los puestos de trabajo.

Los sindicatos anarco-sindicalistas se han involucrado a menudo en agudas luchas con los empleadores y con el Estado. Sin embargo, siempre hay una dinámica de verse forzados a mediar en las luchas, lo que ha llevado a serias divisiones dentro del movimiento sindical en países específicos y a nivel mundial. Bakunin estaba muy consciente de la naturaleza peligrosa del oficialismo y de cómo trabajadores comunes, al tomar posiciones oficiales, podían alienarse de sus compañeros. Estaba menos consciente del papel mediador de los sindicatos mismos en la lucha por asegurar mejores pagos y condiciones, y de su tendencia a volverse controladores de la propia fuerza de trabajo.

Organización Revolucionaria

Por sobre todo, Bakunin creía en la necesidad de acción colectiva para alcanzar la anarquía. Tras su muerte hubo una fuerte tendencia dentro del movimiento anarquista hacia el abandono de la organización en favor de la actividad de pequeños grupos e individual. Este desarrollo, que culminó en actos de terror individual a fines del siglo diecinueve en Francia, aislaron al anarquismo de las clases trabajadoras en su conjunto.

Bakunin, siendo consistente con otros aspectos de su pensamiento, vio la organización no en términos de un ejército centralizado y disciplinado (aunque pensaba que la auto-disciplina era vital), sino como el resultado del federalismo descentralizado en el que los revolucionarios pudiesen canalizar sus energías a través del acuerdo mutuo dentro de un colectivo. Es necesario, afirmó Bakunin, tener un movimiento revolucionario coordinado por varias razones. Si los anarquistas actúan solos, sin dirección, terminarían inevitablemente moviéndose en distintas direcciones y tenderían, como resultado, a neutralizarse unos con otros. La organización no es necesaria por sí misma, sino que es necesaria para maximizar la fuerza de las clases revolucionarias, enfrentadas a los grandes recursos del estado capitalista. Bakunin puso fuerte énfasis en el internacionalismo, argumentando la importancia no solo de la federación de asociaciones de trabajadores dentro de un país sino también cruzando las fronteras de las naciones. Esto apuntaló su obra en la Asociación Internacional de Trabajadores (también conocida como la Primera Internacional). En contraste con el nacionalismo eslavo de sus primeros años, Bakunin habló públicamente contra el nacionalismo. En un discurso en 1867 llamó al rechazo de “el falso principio de la nacionalidad”.[9]

Sin embargo, desde el punto de vista de Bakunin, era la revuelta espontánea contra la autoridad por parte del pueblo lo que tiene la mayor importancia. La naturaleza de los alzamientos puramente espontáneos es que son irregulares y varían en intensidad de momento a momento y de lugar en lugar. La organización revolucionaria anarquista no debe intentar apropiarse y liderar la revuelta sino que tiene la responsabilidad de esclarecer las metas, avanzando la propaganda revolucionaria, y trabajando ideas en correspondencia con los instintos revolucionarios de las masas. Ir más allá de esto debilitaría todo el propósito auto-liberador de la revolución. Una élite revolucionaria que derroque al gobierno no tiene lugar en el pensamiento de Bakunin.

Bakunin entonces, veía la organización revolucionaria en términos de ofrecer asistencia a la revolución, no como un sustituto. Es en este contexto, y junto a la represión violenta del estado en ese momento, que debemos interpretar el llamado de Bakunin a una “organización secreta”.[11] de esa vanguardia. La vanguardia, debe decirse, nada tiene en común con la del modelo Leninista que busca el liderazgo mismo, directo, sobre las clases trabajadoras. Bakunin se oponía fuertemente a tales aproximaciones y declaró:

ningún miembro... tiene permitido, aún en medio de la revolución total, tomar cargo público de cualquier tipo, y tampoco lo tiene permitido la organización (revolucionaria)... estará en todo momento alerta, haciendo imposible que se establezcan autoridades, gobiernos y estados”.[10]

La vanguardia, sin embargo, ha de influir en el movimiento revolucionario de modo informal, confiando en los talentos de sus miembros para lograr resultados. Bakunin pensaba que era la institucionalización de la autoridad, no las desigualdades naturales, lo que representaba una amenaza a la revolución. La vanguardia actuaría como catalizador para la actividad revolucionaria propia de las clases trabajadoras y se esperaba que se sumergiera por completo en el movimiento. La vanguardia de Bakunin entonces, se ocupaba de la educación y la propaganda, y contrario al partido de vanguardia Leninista, no debía ser un cuerpo separado de la clase, sino un agente activo dentro de ella.

En respuesta a afirmaciones de que la Primera Internacional fomentase la revolución, Bakunin respondió:

Esto, muy simplemente, es confundir el efecto con la causa: la Internacional no ha creado la guerra entre explotadores y explotados; sino que, los requerimientos de aquella guerra han creado la Internacional".[11]

La otra gran tarea propuesta por Bakunin para la organización revolucionaria era que actuase de guardián de la clase trabajadora. En ese entonces, como ahora, las agrupaciones autoritarias posaban como líderes de la revolución y ponían a sus propios miembros como gobiernos a la espera. La vanguardia anarquista debe exponer a tales movimientos para que la revolución no reemplace a un estado representativo por uno supuestamente revolucionario. Un supuesto gobierno de los trabajadores, o dictadura del proletariado, intentaría oponerse a la auto-organización de la clase trabajadora:

Apelan al orden, a la confianza, a la sumisión, aquellos quienes, en el curso y en nombre de la revolución, tomaron y legalizaron sus propios poderes dictatoriales; así es como tales revolucionarios políticos reconstituyen el estado. Nosotros por otra parte, debemos despertar y fomentar todas las pasiones dinámicas del pueblo”.[12]

Anarquía

A lo largo de las críticas de Bakunin al capitalismo y al socialismo de estado, defiende constantemente la libertad. No es sorpresa, luego, encontrar en sus bosquejos de la futura sociedad anarquista que el principio de libertad tenga primacía. Delineó un número de estructuras revolucionarias esenciales para promover la máxima libertad individual y colectiva posible. Las sociedades avizoradas en los programas de Bakunin no son utópicas, en el sentido de ser detalladas comunidades ficticias libres de problemas, sino que en vez sugiere las estructuras esqueléticas mínimas básicas que garantizarían la libertad. El carácter de las sociedades anarquistas futuras variará, dijo Bakunin, dependiendo de todo un rango de factores históricos, culturales, económicos y geográficos.

El problema básico era establecer las mínimas condiciones necesarias que concretarían una sociedad basada en la justicia y el bienestar social para todos y que además generaría libertad. Los rasgos negativos destructivos de los programas todos se conciernen con la abolición de aquellas instituciones que llevan a la dominación y la explotación. El estado, incluyendo la iglesia establecida, el poder judicial, los bancos estatales y la burocracia, las fuerzas armadas y la policía han de ser todas barridas. Además, todos los rangos, privilegios, clases y la monarquía han de ser abolidos. Los rasgos positivos, constructivos, de la nueva sociedad, todas se entrelazan para promover la libertad y la justicia. Para que una sociedad sea libre, Bakunin afirmó, no es suficiente simplemente imponer la igualdad. La libertad puede solamente ser alcanzada y mantenida por medio de la participación total en la sociedad de una población altamente educada y saludable, libre de preocupaciones sociales y económicas.

Una población así de ilustrada puede entonces ser realmente libre y capaz de actuar racionalmente sobre la base de una ciencia controlada popularmente y a través del conocimiento de los asuntos involucrados.

Bakunin defendió la libertad completa de movimiento, opinión, y moral, donde las personas no rindieran cuentas a nadie por sus creencias y actos en tanto no inhibiesen las libertades iguales de otros. La libertad, el creía, debe ser defendida por la libertad:

[Puesto que] defender la restricción de la libertad bajo el pretexto de que se la esta defendiendo es un peligroso engaño”.[13]

Una sociedad realmente libre e ilustrada, dijo Bakunin, preservaría adecuadamente la libertad no por medio de leyes burocráticas creadas y sostenidas por una minoría, sino que sostendría el ideal libertario por medio del consenso colectivo de cada comunidad individual y respetando aún las opiniones contrarias que existan dentro de estas comunidades.

Esto no quiere decir que Bakunin no haya pensado que una sociedad tiene el derecho a protegerse. Creía firmemente que la libertad ha de encontrarse dentro de la sociedad, no por medio de su destrucción. Aquellos que actuasen de maneras que disminuyan la libertad de los demás no tienen cabida; esto incluye a todos los parásitos que viven del trabajo de otros. El trabajo, la contribución de la propia labor a la creación de riqueza, forma la base de los derechos políticos en la sociedad anarquista propuesta. Aquellos que viven de la explotación de otros no merecen derechos políticos. Otros, que roban, que violan los acuerdos voluntarios de la sociedad, que causan daño corporal, y demás, pueden esperar ser castigados por las leyes que han sido creadas por aquella sociedad. Los criminales condenados, por otra parte, pueden escapar al castigo de la sociedad descartándose de ésta y los beneficios que confiere. La sociedad puede también expulsar al criminal si así lo desea. Básicamente Bakunin otorga gran confianza a la opinión pública ilustrada para minimizar la actividad antisocial.

Bakunin propuso la igualdad de riqueza, aunque las desigualdades naturales que se reflejan en distintos niveles de habilidad, energía y frugalidad, debiesen ser toleradas, argumentó. El propósito de la igualdad es permitir a los individuos hallar total expresión de su humanidad dentro de la sociedad. Bakunin se opuso fuertemente a la idea del trabajo contratado, que de ser introducido a una sociedad anarquista, conduciría a la reintroducción de la desigualdad y de la esclavitud asalariada. Propuso en cambio el esfuerzo colectivo, pues éste tendería, pensó, a ser más eficiente. Sin embargo, mientras los individuos no emplearan a otros, no tenía objeción en que trabajasen solos.

Por medio de la creación de asociaciones del trabajo que podrían coordinar las actividades de los trabajadores, Bakunin propuso el establecimiento de una asamblea industrial para armonizar la producción con la demanda de productos. Tal asamblea sería necesaria en ausencia del mercado. Suplida de información estadística desde las diversas organizaciones voluntarias, que estarían federadas, la producción podría especializarse a nivel internacional de manera que aquellos países con ventajas económicas por defecto producirían más eficientemente para el bien general. Luego, de acuerdo a Bakunin, los despilfarros, las crisis económicas y el estancamiento “no molestarán más a la humanidad; la emancipación del trabajo humano regenerará al mundo".[13]

Volcándose al asunto de la organización política de la sociedad, Bakunin destacó que la sociedad debiese construirse de modo tal de lograr el orden por medio de la realización de la libertad sobre la base de la federación de las organizaciones voluntarias. En todos esos cuerpos políticos el poder ha de fluir “desde la base a la cúspide — desde la circunferencia al centro”.[13] En otras palabras, tales organizaciones deben ser la expresión de las opiniones individuales y grupales, no centros directores que controlan a las personas. Sobre la base del federalismo, Bakunin propuso un sistema multi-nivel de responsabilidad por la toma de decisiones que uniría a todos los participantes, en tanto éstos apoyaran al sistema. Aquellos individuos, grupos o instituciones políticas que conformen la estructura total tendrían derecho a separarse. Cada unidad participante tendría derecho absoluto a la auto-determinación, a asociarse con cuerpos mayores, o no. Comenzando a nivel local, Bakunin sugirió como unidad política básica, la comuna completamente autónoma. La comuna elegiría a todos sus funcionarios, legisladores, jueces, y administradores de la propiedad comunal. La comuna decidiría sus propios asuntos pero, si se federa voluntariamente con el siguiente nivel de administración, la asamblea provincial, su constitución debe conformarse a la de ésta última. Similarmente, la constitución de la provincia debe ser aceptada por las comunas participantes. La asamblea provincial definiría los derechos y obligaciones existentes entre comunas y pasaría leyes que afecten a la provincia como un todo.

Mayores niveles de organización política serían el cuerpo nacional, y, en últimas, la asamblea internacional. En cuanto a la organización internacional, Bakunin propuso que no debiese haber fuerzas armadas permanentes, prefiriendo en vez, la creación de milicias de defensa ciudadanas locales.

Así, de la raíz a la rama, el boceto de Bakunin para la anarquía se basa en la federación libre de los participantes para maximizar el bienestar individual y colectivo.

La concepción de libertad individual de Bakunin no tenía que ver con el egoísmo o aislacionismo, término que algunos usan. Sino que, su idea de libertad individual estaba profundamente enclavada en lo social y él admitía que somos seres sociales cuya libertad individual está enlazada con la libertad colectiva.

Importancia de Bakunin Hoy

A lo largo de la mayor parte de este panfleto, Bakunin ha hablado por sí mismo. En esta sección final podría ser valioso hacer una evaluación de las ideas y acciones de Bakunin. Con el predomino del Marxismo en el mundo del trabajo y los movimientos revolucionarios en el siglo veinte, se volvió la norma descartar a Bakunin como un confundido o como irrelevante. Sin embargo, durante su vida fue una figura importante que obtuvo mucho y serio apoyo. Marx fue tan presionado por Bakunin y sus simpatizantes que tuvo que destruir la Primera Internacional despachándola a Nueva York. Para que no sucumbiese ante al anarquismo, Marx lo aniquiló mediante una maniobra burocrática. Con el colapso de la Unión Soviética, y el giro de China y Cuba hacia el mercado y la siempre creciente obvia corrupción de su élite burocrática, las ideas de Bakunin y el anarquismo revolucionario tienen nuevas posibilidades. Si el socialismo autoritario de estado ha probado ser intrínsecamente fallido, entonces las ideas comunistas libertarias ofrecen una vez más una alternativa fiable.

Las cualidades duraderas de Bakunin y sus sucesores son muchas, pero el serio compromiso con el derrocamiento revolucionario del capitalismo y el estado deben tener alta prioridad. Bakunin fue mucho más un ejecutor que un escritor, se lanzó a insurrecciones reales, para la gran turbación de los cabeza de estado europeos. La tradición militante fue continuada por Malatesta, Makhno, Durruti, y muchos otros anónimos.

Bakunin predijo los peligros del socialismo de estado. Sus predicciones sobre una sociedad militarizada y esclavizada dominada por una clase dominante Marxista sucedió de un modo que incluso Bakunin no pudo concebir completamente. Lenin, Trotsky y Stalin superaron aún a los Zares en su arrogancia y brutalidad. Tras décadas de socialismo reformista, la evaluaciones de Bakunin han probado ser correctas. En Gran Bretaña el insulto máximo en el pueblo trabajador es ‘Señores Socialistas’ [Socialist Lords]. Por servicios al capitalismo, a los Miembros del Parlamento del Partido Obrero (“Labour MP's”) se les concede la promoción a la aristocracia.

Bakunin luchó por una sociedad basada en la justicia la igualdad y la libertad. Al contrario de los líderes políticos de la izquierda él tuvo gran fe en el potencial espontáneo, creativo y revolucionario del pueblo trabajador. Sus creencias y acciones reflejan esto.

Los revolucionarios pueden aprender mucho del valor de este federalismo, su militancia y su desprecio por el estado, que en el siglo veinte ha asumido proporciones gigantescas y peligrosas. Bakunin tiene mucho que enseñarnos, pero nosotros también debemos desarrollar nuestras ideas de cara a los nuevos desafíos y oportunidades. Debemos retener el centro revolucionario de su pensamiento y así avanzar.

Con esto en mente, la Federación Anarquista está constantemente buscando desarrollar una praxis anarquista revolucionaria cimentada en las ideas de Bakunin, pero yendo más adelante para adecuarnos a las demandas del capitalismo de hoy.

¡Le damos la bienvenida al desafío!

[1] Mikhail Bakunin — From Out of the Dustbin, ed. Robert M. Cutler.

[1] Mikhail Bakunin — From Out of the Dustbin, ed. Robert M. Cutler.

[2] Introduction to Selected Works of Bakunin, Arthur Lehning.

[3] Vsesvetnyi Revoliutsionnyi Soiuz Sotsial’noi demokratii [Sindicato Revolucionario Mundial de la Social Democracia], M. Bakunin, en Archives Bakounine, 8 vols. in 9 by 1984 (Leiden: E.J. Brill, 1961 —), citado en Out of the Dustbin.

[4] La Inmoralidad del Estado en la Filosofía Política de Bakunin, G. P. Maximoff.

[5] Dios y el Estado, M. Bakunin.

[5] Dios y el Estado, M. Bakunin.

[5] Dios y el Estado, M. Bakunin.

[5] Dios y el Estado, M. Bakunin.

[6] La Pirámide del Sistema Capitalista, dibujos animados, 1911.

[7] Marxismo, Libertad y el Estado, M. Bakunin.

[8] Putting The Record Straight on Bakunin, Alliance Syndicaliste Revolutionnaire et Anarcho-Syndicaliste: http://www.anarkismo.net/article/21843

[8] Putting The Record Straight on Bakunin, Alliance Syndicaliste Revolutionnaire et Anarcho-Syndicaliste: http://www.anarkismo.net/article/21843

[9] Estatismo y Anarquía, M. Bakunin.

[10] Carta a Nechaev, M. Bakunin, 2nd June 1870.

[11] Bakunin, 1869, citado en The Basic Bakunin, p.150.

[11] Bakunin, 1869, citado en The Basic Bakunin, p.150.

[12] Carta a Albert Richard, 1870, citado por Dolgoff.

[13] Catequismo Revolucionario, M. Bakunin, 1866.

[13] Catequismo Revolucionario, M. Bakunin, 1866.

[13] Catequismo Revolucionario, M. Bakunin, 1866.