Emma Goldman
Losovski levanta el telón
Durante el primer congreso de la Internacional sindical roja, emplearon, Losovski como jefe de esa organización, y sus colaboradores, todos los medios para convencer a los delegados extranjeros y en especial a los franceses de que la III Internacional no tenía la intención de someter a su control la Internacional sindical roja. Lejos de hacer de la I.S.R. una rama dependiente de la Tercera Internacional, saludaban a esta como a una organización hermana autónoma con la que pensaban trabajar mano a mano.
Nosotros, que estábamos en Rusia entonces y teníamos un íntimo contacto con el trabajo previo de la I.S.R., sabíamos sin embargo más. Sabíamos que la I.S.R. debía inyectar sangre fresca en el cuerpo achacoso de la Tercera Internacional, que sólo se componía aun de un puñado de intelectuales. En los círculos comunistas rusos era un secreto a voces el fin a que era destinada la I .S. R., pero era necesario hacer creer a los delegados extranjeros y en especial a los anarco-sindicalistas franceses, enemigos de toda tutela sobre su organización por un partido político cualquiera, que la Internacional comunista estaba libre de tales intenciones, al menos era necesario hacer creer hasta que hubiesen sido ganados para la I.S.R.
Conservo bien en la memoria mi conversación con el ruso-americano De Leonite Reinstein, referente a las relaciones de ambas internacionales.
Reinstein había vivido muchos años en los Estados Unidos y fue siempre un adversario de los I.W.W. y de los anarquistas-sindicalistas. En 1917 se dirigió a Rusia y figuraba allí constantemente como delegado del proletariado americano. Esto era en tiempos del bloqueo, durante el cual era muy difícil entrar en Rusia y cuando no habían descubierto aún otros delegados americanos nombrados por sí mismos cuan provechoso es servir a los moscovitas. ¡Qué hará ahora el pobre Reinstein cuando la concurrencia americana es tan fuerte!
En 1921 era Reinstein presidente de la comisión anglo-americana para los trabajos preparatorios del congreso sindical. Reinstein decía entonces que había sido su idea la que movió a la Internacional comunista a fundar una nueva Internacional sindical. Eso era inevitable para la Tercera Internacional si no quería ser un mero club de discutidores políticos, pues entonces la Tercera Internacional estaba compuesta sólo de rusos y de extranjeros en absoluto separados del exterior, es decir, que no tenía la menor idea de lo que pasaba entre los trabajadores de otros países. Una corporación obrera organizada en escala internacional —decía Reinstein—, añadiría a la Tercera Internacional nueva y vigorosa savia y se convertiría pronto en un poder mundial. Destino y función predeterminado y prefijado a la I.S.R. largo tiempo antes de su nacimiento.
Y es preciso decir que la I.S.R. hace honor a sus creadores. No sólo ha sido creada de acuerdo al modelo de la Internacional Comunista, sino que es realmente el clisé de todos sus sueños y planes. Y esos sueños no son otros que la dominación de los trabajadores y su dependencia del Estado político, lo que hoy es llamado leninismo. La I.S.R. no tiene más misión que la de asegurar esa dominación mundial.
Los delegados del primer congreso de la I.S.R. cayeron con facilidad en el lazo que les había tendido Moscú; algunos, a causa de su ingenua fe en que la Tercera Internacional representaba efectivamente la revolución rusa; otros —y estos constituían la mayoría— fueron suficientemente perspicaces para comprender el engaño; pero consideraron más sensato servir a los amos de Moscú en vez de servir a su organización, que los había enviado para defender la Internacional Sindical Roja contra el ensayo de asociarla a objetivos políticos. Aparte de ellos, se encontraban entre los delegados hombres serios que rehusaron dejarse hipnotizar, pero tuvieron poca ocasión para hacerse oír en esa asamblea dominada por pseudo delegados de centros industriales como Palestina, Muchara o Afganistán, por ejemplo.
Han pasado tres años desde entonces. La I.S.R. ha señalado más y más quién es amo en su casa y qué órdenes deben ser ejecutadas, órdenes que no persiguen otro propósito que esparcir en las filas del proletariado internacional el caos, la confusión y la desconfianza. Sin embargo existen aún almas crédulas que se atienen tenazmente a la superstición de que laInternacional Comunista no es más que la buena hermana de la I.S.R.; esta protege frente a los ataques de los enemigos a su débil organización hermana. Por eso es preciso que sepan de La fuente comunista más autoritaria, del presidente de la I.S.R., qué rol ha desempeñado laInternacional Comunista en la vida de la I.S.R. y qué rol desempeñará.
La Pravda dedicada al quinto aniversario de la Tercera Internacional, contiene el siguiente artículo de Losovski. Escribe entre otras cosas lo que sigue:
Por eso, porque la Internacional Comunista expuso la demanda de conquistar los sindicatos existentes desde dentro, en lugar de formar nuevas y pequeñas organizaciones revolucionarias, ha sido salvado todo el movimiento sindical del completo derrumbamiento.
La Tercera Internacional,no sólo tiene el mérito de ser la autora de la Internacional Sindical Roja, es, además, el guía de su camino y de su actividad.
Es necesario ocuparse cuidadosamente de la obra de la I.S.R., de las resoluciones y decisiones de su soviet central para reconocer cuán entrelazadas están ambas internacionales. En realidad, todas las resoluciones fueron inspiradas por el Cominter en la dirección de sus fines y métodos... De igual modo que la I.S.R. no podría haber nacido sin la ayuda de la Internacional Comunista, ésta no podría, sin aquélla, y sin los partidos comunistas, continuar existiendo en todos los países. Justamente ese estrecho intercambio de interpretaciones políticas y de ideas es lo que provocó los ataques de los anarquistas contra la Internacional Comunista... Pero nosotros no tenemos tiempo para escuchar las charlatanerías reformistas y anarquistas. La Internacional comunista está muy ocupada en la formación de un frente único de lucha revolucionaria contra el bloque reformista de Amsterdam y de la Segunda Internacional.
La Internacional Comunista no ha considerado nunca el movimiento obrero como un campo cerrado que no tendría derecho a pisar en razón de su programa y de sus métodos... Tal cosa exigen constantemente de nosotros los anarquistas y los reformistas. Pero la Internacional Comunista no cederá jamás a esa exigencia. El fin de nuestro partido es ganar la mayoría de la clase obrera, y organizar a ésta para la revolución, para cuyo fin son indispensables los sindicatos. Pero éstos no son considerados por la Internacional Comunista como un fin, sino como un medio para instalar la dictadura del proletariado. Y por esa razón la Internacional Comunista debe declarar la guerra a la solución de los anarco-sindicalistas franceses: todo el poder a los sindicatos.
Desde 1921, Losovski parece que ha aprendido a revelar algunas veces la verdad y a traicionar secretos comunistas. Con otras palabras: declara que la Internacional Comunista no ha tenido nunca la menor idea de que los fines y la actividad de la I.S.R. significan algo especial junto a los suyos propios, y que todo debe subordinarse a la Internacional Comunista, cuyo propósito, según Losovski, es la conquista del poder político y la dictadura del proletariado.
Algún día comprenderán seguramente los trabajadores la completa significación de esa dictadura. Entonces comprenderán que sólo han sido títeres en el teatro del comunismo y han contribuido por eso a poner en escena el drama ruso, aquel drama que ha enterrado la revolución, paralizado el pensamiento y los actos de las masas y que ha creado un sistema de persecuciones políticas como apenas había visto antes el mundo. Entonces reconocerán que bajo la dirección del comunismo han restablecido el capitalismo.
Se debería desesperar por completo de las posibilidades de las masas si no se cree apasionadamente que ese despertar vendrá.