Frank Mintz
Bakunin y sus persistentes calumniadores
La disimulación y la manipulación son inherentes a la sociedad autoritaria. El término demócrata acompaña en 2012 a un reelegido presidente que mantiene un sistema carcelario esclavista con la “joya” de Guantánamo, así como a otros que cultivan el lento, seguro y paulatino genocidio de sus capas sociales empobrecidas por todo el planeta.
Y permanecen no pocos fanáticos de imponer la pureza religiosa, nacionalista e ideológica “por el bien del pueblo”. Todos se pueden reconocer en esta cita de rancio signo castrense: limpiar el suelo de Rusia de todos los insectos nocivos, pulgas (pillos), chinches (ricos), etc., etc. En un lugar se encarcelará a una docena de ricos, a una docena de pillos, a media docena de obreros que huyen del trabajo (del mismo modo desvergonzado como lo hacen en Petrogrado numerosos tipógrafos,[1] sobre todo en las imprentas del partido). En otro, se les obligará a limpiar las letrinas; en un tercero, se les dará, al salir de la cárcel, carnets amarillos para que todo el pueblo los vigile como seres nocivos, mientras no se enmienden. En otro, se fusilará en el acto a un parásito de cada diez. [...].[2]
A años luz del pensamiento autoritario-totalitario, hay esta visión de la revolución en 1870: No deben hacerla ellas mismas [las autoridades revolucionarias] por decretos, no imponerla a las masas, sino provocarla en las masas. No deben imponerles una organización cualquiera, sino, suscitando su organización autónoma de abajo arriba, trabajar bajo cuerda, con la ayuda de la influencia individual sobre los individuos más inteligentes y más influyentes de cada localidad, para que esa organización sea lo más posible conforme a nuestros principios. Todo el secreto de nuestro triunfo está en eso.[3]
Bakunin es un obstáculo para los jerarcas, los intelectuales afincados en el sistema neo liberal y hasta para algunos libertarios poco inclinados a la reflexión.
Es una alusión al periodo 1922-1960 en que múltiples estudiosos y militantes anarquistas, por la derrota de los anarquistas rusos en la URSS, no sólo rechazaban con justificados motivos el marxismo leninismo, sino que descartaban la lucha de clase y parte de los análisis económicos. La consecuencia de esa insensatez fue una castración en la práctica de la mayoría de los textos de Bakunin sobre y para el movimiento obrero y la tendencia a reducir a Bakunin a Dios y el Estado, sin proponer antologías para destacar sus análisis anticipatorios del fracaso del leninismo en Estatismo y anarquía. Abad de Santillán fue un exponente magistral de esta labor disimuladora (además de desmentir casi constantemente en su militancia lo que tradujo de Bakunin).
La excepción vino de de Carlo Doglio[4] en Italia con una antología sobre todos los aspectos del pensamiento bakuninista. La casi perfección la dio Grigori Petrovich Maximov con el folleto en 1934 Besedi c Bakuninim o revoliutsii[5] y la antología inédita en rusa y traducida al inglés el mismo año en que murió el autor, The political Philosophy of Bakunin: Scientific Anarchism.[6] Desgraciadamente ambas obras no despertaron emulación.
Los prejuicios anarquistas anticlasistas y contra Bakunin empezaron a cuestionarse en el periodo 1960-1970 con el trabajo de François Munoz.[7] al mismo tiempo que las luchas anticoloniales sacudían el letargo de la mayoría de las organizaciones libertarias.
I Bakunin asimilado a la violencia y a Serguey Nechayev
Serguey Nechayev redactó en 1869 en Suiza su “Catequismo del revolucionario”, supuestamente con la mente y la pluma de Bakunin. De hecho son estatutos de un grupo revolucionario de acuerdo al espíritu de la generación de Nechayev, como lo demostró el catedrático búlgaro israelí Michael Confino.[8]
4- El revolucionario desprecia la opinión pública. Desprecia y aborrece la moral social actual en todas sus motivaciones y manifestaciones. Moral para él es cuanto contribuye al triunfo de la Revolución; inmoral y criminal es cuanto le pone traba.
7- La naturaleza del verdadero revolucionario excluye todo romanticismo, toda sensibilidad, todo entusiasmo, toda pasión. Excluye inclusive el odio y la venganza personales. A la pasión revolucionaria, ya convertida en él en segunda naturaleza, debe unirse el frío cálculo. Siempre y por doquier, debe seguir, no lo que le incitan sus impulsos personales, sino lo que le prescribe el interés general de la revolución.
10- Cualquier camarada debe tener bajo control a algunos revolucionarios de segundo o tercer orden, o sea no del todo iniciados. Debe considerarles como una parte del capital revolucionario total puesto a su disposición. Debe gastar ahorrativamente su parte de capital, buscando siempre sacarle el máximo provecho. Él se ve a sí mismo como un capital condenado como pérdida por el triunfo de la causa revolucionaria, pero un capital de que no puede disponer a su antojo sino con el acuerdo del grupo de camaradas totalmente iniciados.[9]
Confino, como Arthur Lehning en 1971 en la presentación del volumen de las obras de Bakunin dedicado a las relaciones con Serguey Nechayev, concluye sobre la autoría del “Catequismo del revolucionario” [...] parece que no se puede considerar a Bakunin como autor del “Catequismo”, mientras que numerosos elementos hacen pensar que es Nechayev quien lo concibió y lo redactó.[10]
Un documento, cuyo original sólo llegó a la consulta de los estudiosos a partir de 1962, es una carta de Bakunin a Serguey Nechayev del 2 de junio de 1870.[11] Y hay un dato importante, Bakunin se dirige a Nechayev Acuérdese de cómo se enfadó cuando le traté de «abrek»,[12] y su catecismo, un catecismo de «abrek». De haber escrito juntos el Catequismo, esta alusión en una correspondencia personal sería absurda. Además, toda la carta es una denegación de los métodos de Nechayev con la propuesta de otras normas dentro de un grupo revolucionario. Por ejemplo Sinceridad absoluta entre los miembros. Exclusión de todo jesuitismo en las relaciones, la desconfianza ruin, el control pérfido, el espionaje y las delaciones recíprocas, ausencia y prohibición terminante de rumores e indirectas. Cuando un afiliado tiene algo que reprochar a otro, debe hacerlo en la asamblea general y en su presencia. Control fraterno colectivo de cada uno por todos, control en ningún caso molesto, mezquino y sobre todo malévolo, el cual debe sustituir su sistema [de Nechayev]de control jesuítico, y debe hacerse con la educación moral, con el pilar de la fuerza de cada miembro, con la base de la confianza fraterna mutua,[...][13]
Paul Avrich, estudioso norteamericano del anarquismo ruso, escribió en 1970 un corto texto, “The legacy of Bakunin»[14] el legado de Bakunin, insistiendo en los rasgos excepcionales, los escritos, a pesar de ser erráticos y no metódicos, abundan en destellos de visiones que iluminan algunas de las cuestiones más importantes de su época y de la nuestra.
Se podría prever que Avrich iba a profundizar pero declara “la pasión de la destrucción es una pasión creadora” ocupa un lugar prominente (como si el Bakunin de 1850 fuera idéntico al de 1867-1876, cuando ya llegó a definirse anarquista). Y en el acto atribuye el “Catequismo del revolucionario” a Bakunin y Nechayev, cuando desde hacía más de un quinquenio un nuevo documento cuestionaba esa afirmación.[15] De ahí Avrich infiere que Bakunin fue uno de los principales artífices de la idea del secreto y del partido revolucionario cerrado por un acatamiento implícito a un dictador revolucionario, un partido que él compara en un punto con la orden de los jesuitas. Bakunin, para Avrich, era un inspirador directo de Lenin. Otra interesante deducción del estudioso Avrich, Esto hace más fácil entender cómo fue posible que los anarquistas colaborasen en 1917 con sus rivales bolcheviques para derribar el gobierno de Kerenski. Tras la revolución de Octubre, de hecho, un líder anarquista intento incluso elaborar “una teoría anarquista de la dictadura del proletariado”.[16]
En el 2012, un libro de Michel Onfrais —que se define postanarquista— sobre Albert Camus[17] da cuenta de notables trabas intelectuales contra Bakunin. Onfrais indica que Camus, autor en 1952 de El hombre rebelde, fue criticado el mismo año por Gastón Leval a propósito de la violencia atribuida a Bakunin. Pero Onfray no da al lector algunos detalles. Leval insistía, tras un Albert Camus, ¿qué ha leído usted de Bakunin? En su alma y consciencia, respóndase usted a sí mismo con aquella entereza y sinceridad que usted exige de los demás, en dos aspectos: la confusión entre el Bakunin de veintiséis años y el Bakunin de cincuenta y dos años y el “Catequismo del revolucionario” [que se consideraba en esa época de autoría de Bakunin y Nechayev] que no expresaba el Bakunin verdadero.[18] Albert Camus respondió a Leval el 27 de mayo de 1952. Tras reiterar la contradicción que existe en Bakunin sobre la violencia, Camus afirma cuando Leval me cita ampliamente los pensamientos positivos y fecundos de Bakunin, le apruebo del todo: Bakunin es de los dos o tres hombres que la verdadera rebelión puede oponer a Marx en el siglo XIX [...] Se entiende ahora por qué intenté, en lo que concierne a Bakunin, colocar una nota grave sobre sus declaraciones nihilistas. No es que me faltaba admiración por este prodigioso personaje.
Tan poco me faltaba que la conclusión de mi libro se refiere expresamente a las federaciones francesa, jurasiana y española de la 1ª Internacional que eran en parte bakuninistas. Tan poco me faltaba que estoy persuadido que su pensamiento puede útilmente fecundar un pensamiento libertario renovado e encarnarse desde ahora en un movimiento en que las masas de la CNT y del sindicalismo libre, en Francia y en Italia, atestiguan al mismo tiempo la permanencia y el vigor.
Pero, es a causa de este porvenir cuya importancia es incalculable, es porque Bakunin está vivo en mí como lo está en nuestro tiempo, que no vacilé en poner en primer término los prejuicios que él compartía nihilistas con su época. [...][19]
Se supone que Onfrais conoce estos documentos puesto que cita la obra de Lou Marin, en que se reproducen, excelente conjunto de textos de Camus.[20] Onfrais, paradójicamente, no comenta este texto en que no sólo Camus da fe de ser un militante bakuninista, sino que evoca indirectamente un amplio proyecto anarquista su pensamiento puede útilmente fecundar un pensamiento libertario renovado e encarnarse desde ahora en un movimiento. Además, Albert Camus no oculta la responsabilidad que asume a causa de este porvenir cuya importancia es incalculable, [...] Bakunin está vivo en mí.
Como otros intelectuales,[21] Onfrais se vale de la ruptura de citas de su trasfondo histórico, la separación entre los eventos, para insertar algunos trozos en una construcción suya y ajena a Camus, de modo a menguar o torcer el sentido inicial, adulterar el alcance.
Con este procedimiento, Onfrais sostiene que en 1952, respecto de Camus, Gastón Leval le reprocha con violencia [sic] no haber leído mucho a Bakunin [...] para defender a Camus, se habría podido responder a Gastón Leval que el elogio de la violencia se halla por doquier en la obra de Bakunin [...][22] Y ocho páginas más lejos, como si fuera el fruto de sus investigaciones y nada tuviera que ver con Gastón Leval, Onfrais cita la respuesta de Camus a Leval,[23] dentro de la problemática de si Camus tendía o no al reformismo. Su brusca muerte en un accidente automovilístico no permite zanjar. Onfray impone la conclusión de que Camus estaba por una “realpolitik”[24] concreta de sostén a la socialdemocracia europea como instrumento capaz de desarmar las tropas bolcheviques [...].[25]
La labor sistemática de aislamiento y recortes de citas, le permite a Onfray demostrar que quien piensa que Bakunin está vivo en sí mismo es igualmente reformista. Y dado que cuando Bakunin piensa la revolución en el modo insurreccional y apuesta por la vitalidad espontánea de las víctimas del Knuto zarista, él parte de una sociología del pueblo ruso incompatible con la de nuestras civilizaciones postmodernas,[26] por tanto se retiene de la lección de Bakunin: solicitar en cada uno las inclinaciones naturales a la solidaridad ahogadas por la sociedad contemporánea.[27] O sea un Bakunin que va pidiendo limosnas sin cuestionar el capitalismo, una interpretación por lo menos fantasiosa y necia.
II Bakunin asimilado al traidor
Avrich, repitiendo la reducción intelectual deshonesta de considerar a Bakunin anarquista desde la juventud hasta la muerte, escribió en el texto ya citado En su notoria Confesión al zar, además, él fue capaz de apelar a Nicolás I para que blandiera la bandera de la esclavitud en Europa occidental y eliminara el sistema parlamentario ineficaz.[28]
Otra disimulación es esquivar que Bakunin, extraditado de Prusia a Austria tras una condena a muerte, de nuevo extraditado a Rusia, también con una condena a muerte en Austria, y estando incomunicado tres meses en un calabozo zarista, recibió la propuesta de parte del equivalente del ministro del Interior del zar de redactar una confesión. Dicho de otro modo, el zar podía esperarse a que el preso eligiera entre el encierro para siempre y un texto en que pidiese clemencia y revelase secretos, dado que el preso Bakunin debía de estar quebrado, agotado moralmente.
Ni Avrich, ni la mayoría de los comentadores, tomaron en cuenta una situación carcelaria (por supuesto tan corriente entre los catedráticos), ni tampoco se fijaron en que el texto de Bakunin mezclaban la hiel de Rusia país corrupto con la miel de la clemencia y la ausencia de nombres y apellidos de complotadores cómplices del reo.
Paul McLaughlin nos da nombres de algunos estudiosos[29] que cargaron las tintas sobre Bakunin y otros que quisieron ver la situación humana.
Victor Serge, pasó por alto tanto el trance trágico en que estaba Bakunin lo como que repleto de exposiciones sociocultural sobre la política europea fue anotado por el monarca, que no pudo menos que mostrar su enfado desde el inicio.
Bakunin escribió al principio de la Confesión, texto de unas 250 páginas (sin dar nombres de luchadores ni informaciones prácticas): [...] le suplico, Majestad, no exija de mí la confesión de los pecados ajenos. Al confesarse, nadie desvela los pecados cometidos por los demás, sino los suyos propios; y el zar apostilló Con eso ya destruye toda mi confianza; si siente la gravedad de sus pecados, únicamente una confesión completa y no condicional puede considerarse como una confesión verdadera.[30] Y si pudo Bakunin salvar su cabeza fue a través de la justeza y la novedad de sus análisis que el zar anotó positivamente[31] y por alusiones a sus yerros. Bakunin se humilló para salvar su vida y simultáneamente engañó al zar.
Victor Serge, que pasó años en la cárcel, hasta escribir Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión,[32] se pasó por alto todo eso y anota esta cita Creo que en Rusia, más que en otros países, un fuerte poder dictatorial será necesario, un poder que se preocupará exclusivamente por la elevación y la educación de la masa; un poder libre en su tendencia y en su espíritu, pero sin formas parlamentarias; con la impresión de libros de contenido libres, pero sin libertad de prensa; un poder rodeado de partidarios, ilustrado por sus consejos, consolidado por su libre colaboración, pero que no fuese limitado por nada ni por nadie.[33] ”Y Victor Serge comentó: Ahí estamos encontramos una clara prefiguración de la teoría del debilitamiento del Estado que será formulada por Lenin en 1917.[34]
La doblez de Victor Serge es patente puesto que omitió la continuación de la cita: Yo me decía que toda la diferencia entre esa dictadura y el poder monárquico consistiría únicamente en que la primera, de acuerdo al espíritu de sus principios, debe tender a que su propia existencia sea superflua, por no tener ella otro objetivo que la libertad [...] mientras que el poder monárquico, al contrario, por esforzarse siempre a que su existencia resulte indispensable, está por lo tanto obligado a mantener a sus súbditos en un perpetuo estado de infancia. La estratagema de Bakunin era poner en el mismo plano su supuesto ideal con el sistema de poder absoluto del soberano ruso. Y consiguió salvar el pellejo.
Dos problemas permanecen: ¿se había convertido Bakunin en un oportunista?, ¿Por qué Victor Serge alababa a Lenin, estando ya fuera de la URSS y de las presiones de la Tcheka?
—Bakunin resolvió nuestra duda en una carta clandestina en francés a su hermana Tatiana, febrero de 1854[35] se lee Sé a qué terrible peligro les expongo al escribir esta carta.
[...] Siento que mis fuerza, se van agotando; mi alma sigue fuerte todavía, pero mi cuerpo se debilita; la inmovilidad, la inacción forzadas, la falta de aire y sobre todo un cruel penar interior, que sólo un preso aislado como yo podría únicamente comprender [...] la cárcel tuvo por lo menos una cosa buena para mí que es darme el tiempo y la costumbre de reflexionar, solidificó por así decirlo mi espíritu; pero nada cambió en mis sentimientos pasados, los hizo al contrario más ardientes, más resueltos, más absolutos que nunca, y en adelante todo lo que me queda de vida se resume en una sola palabra: la libertad.[36]
—Victor Serge se decantó por el bolchevismo en 1918, tras unos diez años de individualismo anarquista, y se dedicó a denigrar su antigua ideología, sin conseguirlo del todo. Un compañero francés, también bolchevique un tiempo, trabajó y convivió con Victor Serge: [...] cada vez que Victor Serge creía que podía expresarse libremente, exponía una crítica demoledora del Partido y del sistema estatal instaurado por Lenin y Trotsky. Lo que no impedía que en sus escritos glorificase al mismo tiempo el Partido y su acción. En Victor Serge, esa manera de desdoblarse, según tenía ante él a interlocutor que contestaba el Partido y la burocracia soviética o que era una página en blanco en la que él escribía lo que no pensaba, era una verdadera necesidad. [...] No hablaré de sus tribulaciones políticas. Sólo fueron oportunistas. Incitado por su temperamento a la historia novelesca, toda su obra vale más por sus cualidades literarias que por el valor histórico de sus relatos.[37]
No se puede dejar la Confesión de Bakunin sin citar el estudio esclarecedor del marxista leninista crítico y ex director de Isvestia,[38] Yuri Mijailovich Steklov (Ovshi Mossevich Najamkis) autor de la obra en 4 volumenes (entre 1920 y 1927) de Bakunin. Ego zhizn i deyatelnost (1814-1876) [Bakunin. Su vida y su acción 1814-1876] y sobre todo М. А.Bakunin Sobranie sochinenii i pisem 1828-1876 [Bakunin Obras escogidas y cartas 1828-1876], también en 4 tomos, obra inconclusa, por la destitucion de Steklov, por orden del “genial Stalin”.
El último tomo, 1935 cubre el periodo 1849-1861[39] y consiste principalmente en la edicion rusa de Confesión con 267 notas y un amplio prefacio que estudia y discute las diferentes posturas de estudiosos y militantes bolcheviques y anarquistas sobre el texto, en la URSS y en el extranjero, entre 1920 y 1930, para terminar aprobando el enfoque del anarquista Max Nettlau de que Bakunin no era anarquista en aquel entonces y que no dio ninguna informacion comprometedora.
III Bakunin asimilado a un remoto pensador
Llamativa me parece la ausencia de la postura bakuninista sobre el poder y su denuncia en los estudios de Michel Foucault. Esta ceguera de Foucault tiene que ver en gran parte con su pasada militancia marxista maoísta (patente en su débil diálogo con Noam Chomsky).
Creo que no estaría mal empaparse de Bakunin cómo Noam Chomsky en 1977 en Los intelectuales y el Estado,[40] para demostrar el papel de los autoproclamados tutores del pueblo sobre el pueblo. De hecho, “esa minoría sabia que pretende expresar la voluntad del pueblo” gobernará “la ficción de esa pretendida representación del pueblo” que servirá a ocultar “el hecho real de la administración de las masas populares por un puñado insignificante de privilegiados elegidos o no [...][41] el “pueblo soberano” será sometido “a la minoría intelectual que lo gobierna, que pretende representarlo y que infaliblemente le explota”.[42] “Al pueblo —escribía también Bakunin—,no le será mejor en absoluto si el palo que le pega lleva el nombre del palo del pueblo.[43] De ahí, pasa Chomsky a la denuncia de la propaganda, como arma de descerebramiento de los ciudadanos, con una postura totalmente anarquista.
En una sociedad totalitaria, los mecanismos de adoctrinamiento son simples y transparentes. El Estado determina la verdad oficial. Los intelectuales tecnócratas y políticamente orientados sirven de portavoces de la doctrina oficial, fácil de reconocer. De modo curioso, esa práctica libera las mentes. En su fuero interno, al final, cada uno identifica el mensaje de la propaganda y lo rechaza. La expresión abierta de tal rechazo entraña un riesgo; la importancia del riesgo y su extensión dependen sólo del tipo de violencia del Estado.
En una democracia capitalista, la situación es considerablemente más compleja. La prensa y los intelectuales son considerados ferozmente independientes [...] La realidad es un tanto distinta. De verdad existe la crítica, pero una mirada atenta indica que se queda dentro de límites estrechos. [...] Cualquier experto en adoctrinamiento confirmará, sin duda alguna, que es mucho más efectivo contener cualquier pensamiento posible dentro de un marco de presupuestos tácitos antes que tratar de imponer una determinada creencia con cachiporra.
La postura de los postanarquistas David Graeber, Uri Gordon y Michel Onfray, corresponde a un cuestionamiento de la lucha de clases y del movimiento operario que estos autores vinculan con razón con Bakunin.
No obstante, Saul Newman en The politics of postanarchism, 2010,[44] demuestra un buen conocimiento de Bakunin,[45] como la cita ya dada sobre la revolución y las autoridades revolucionarias de no imponerla a las masas, sino provocarla en las masas. No deben imponerles una organización cualquiera, sino, suscitando su organización autónoma de abajo arriba, [...]. Y agrega Saul Es exactamente así cómo debemos tomar la cuestión de la organización política: tendría que formarse en torno al rechazo del vanguardismo revolucionaria y del autoritarismo, en lugar de empujar a la gente a la autoorganizacion.
Debería así mismo incitar a atenerse a cierta ‘modestia’, a cierta prudencia a la hora de articular los deseos de la gente.[46]
Para terminar, creo que acaso también obra en contra de Bakunin otro prejuicio, su supuesta obsesión por sociedades secretas. Primero, a lo largo del siglo XIX, desde Francia hasta Rusia, la labor meramente sindical estuvo casi siempre prohibida y por tanto peligrosa, y por lo tanto, mucho más en el caso de tareas revolucionarias.
En este siglo XXI, se nota reiteradas veces que algunos conceptos como “sionismo”, “homosexualidad”, “peligro de contaminación y corrupción de algunos funcionarios”, etc., sobre todo si van acompañados de protestas en la calle, se pueden asimilar al terrorismo con leyes imitativas de la de EE.UU. (Patriot Act de 2001, cuya vigencia sigue en la actualidad). Y el uso y abuso del término terrorista en boca de algunos fiscales y jueces repercute a menudo sobre la libertad de publicación y de expresión.
La clandestinidad puede resultar una necesidad para mantener la libertad individual en el Primer Mundo, como lo es en varias regiones desde hace siglos hasta hoy por hoy (desde Bulgaria, Turquía, China, Sudáfrica, hasta gran parte de los pueblos originarios americanos).
Por eso, Bakunin sigue en parte totalmente actual y nos toca plantear los prejuicios en contra suya para deshacerlos mejor.
[1] Al inicio del movimiento obrero los tipógrafos tuvieron un papel emancipador destacado: Anselmo Lorenzo y Pablo Iglesias en España, Jean Grave (primero zapatero) y Jean Allemane en Francia. El totalitario Lenin estaba en su justo papel con esta crítica.
[2] ¿Cómo debe organizarse la emulación? Subrayado de Lenin. Escrito: Del 24 al 27 de diciembre de 1917 (del 6 al 9 de enero de 1918), firmado «V. I. Lenin». Primera publicación: El 20 de enero de 1919, en el n° 17 de Pravda. http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/24-xii-1917; El original para quienes no se fían de la traducción (soviética) (http://www.pkokprf.ru/data/37/2.htm).
[3] Bakunin. Crítica y acción, Buenos Aires, 2006, p. 39, el subrayado es de Bakunin.
[4] Michele Bakunin Libertà e Rivoluzione, Milán, 1948, 381 pp.
[5] Nueva York, Delo Truda, 1934, 48 pp. Formato 11x21 [para el envío clandestino a la URSS]; folleto traducido al castellano en Bakunin. Crítica y... o. c.
[6] Nueva York, 434 pp. Traducido al castellano, Buenos Aires, 1973.
[7] Bakounine, la liberté, París, J. J. Pauvert éditeur, 1965, 325 pp. /10/18, ediciones en español: La Libertad, Buenos Aires, Proyección, 1975, 206 pp. y Buenos Aires, AGB, 2005, 211 pp.
[8] Confino Michael Violence dans la violence (le débat Bakounine-Necaev), París, 1973, pp. 39-51.
[9] Sigo la traducción del ruso al francés de Confino, con leves retoques a partir del original ruso (http://www.hist.msu.ru/ER/Etext/nechaev.htm). Para mí, estos estatutos son una adaptación de la disciplina militar, con la misma voluntad de aniquilar la personalidad y la denegación de la improvisación (que tantas veces venció los ejércitos).
[10] Confino o. c., p. 51.
[11] Traducida y colgada en (http://www.fondation-besnard.org/article.php3?id_article=644).
[12] “Abrek”, un guerrero del Cáucaso, un combatiente solitario y terco, enemigo de parte de su clan y de los rusos. Confino, o. c. (nota p. 50), precisa que viene a ser un combatiente motivado por la venganza y la valentía de la desesperación.
[13] Los subrayados son de Bakunin.
[14] Avrich Paul The legacy of Bakunin, 1970, (http://libcom.org/files/The%20Legacy%20of%20Bakunin.pdf).
[15] Una prueba de que Avrich no se enteró de la carta de Bakunin a Nechayev, pero no le impedía impartir cátedras, más desde una postura de mandarino que la de un estudioso.
[16] Avrich remite a su obra The Russian anarchists, p. 200. Cuando se lee la nota justificativa se ve que se trata de Roshchin-Grossman [un anarco bolchevique que publicó bastante como tal y de ser real el hecho, habría escrito lo que le atribuye Avrich], de acuerdo en Mémoires d’un révolutionnaire, Victor Serge. Sobre la poca fiabilidad de este personaje, voy a insistir más lejos.
[17] Onfrais L’ordre libertaire (la vie philosophique d’Albert Camus), París, 2012, 596 pp.
[18] Textos reproducidos en Marin Lou Albert Camus et les libertaires (1848-1960), pp. 109, 111, 129.
[19] Marin Lou o. c. pp. 141.
[20] Onfrais o. c., p. 231, y pp. 544-545.
[21] Godicheau François La guerre d’Espagne (république et révolution en catalogne (1936-1939), París, 2004.
[22] Onfray o. c., p. 370. Se observa la fatuidad de Onfray que sugiere indirectamente al lector que Camus no supo o no pudo defenderse, y él, Onfray, 60 años después, actúa de justiciero póstumo.
[23] Onfray o. c., pp. 380-381.
[24] Se emplea por «El abandono de los ideales por las necesidades concretas de mantenerse en el poder. Lenin con la represión de Kronstadt y la NEP en 1921, Obama con la cárcel de Guantánamo que él había prometido cerrar y las amenazas a Irán, Evo Morales con la luz verde a las multinacionales para la minería a cielo abierto, etc. Bajo la pluma de Onfray y atribuido a Albert Camus podría representar reprimir una insurrección anticolonialista para no se convirtiera en feudo de la URSS, o sea el colmo de la destrucción moral «
[25] Onfray o. c., p. 383.
[26] Ídem, p. 534.
[27] Ibídem, p. 534
[28] Bakounine Confession, París, 1932, pp. 184-185. La cita exacta es distinta [...] si su Majestad hubiera levantado entonces la bandera eslava, se les habría visto ellos [los polacos] y cuantos hablan eslavo en los territorios austriacos y prusianos, acudir sin condiciones, sin negociaciones previas, dispuestos a entregarse ciegamente a su voluntad, y precipitándose al fin con alegría y fanatismo bajo las amplias alas del águila rusa, se habrían lanzado con violencia, no sólo contra los alemanes, blanco de su odio, sino aun contra toda la Europa occidental.
[29] McLaughlin Paul Mikhail Bakunin: The philosophical basis of His Anarchism, Nueva York, 2002, pp. 98-99. Tenemos a Herzen, Albert Camus
[30] Bakounine Confession o. c., pp. 58-59.
[31] Bakounine Ídem, pp. 66, 71, 73, 85, 100, 159, 160, 165, 182-188, etc.
[32] 1925, en PDF en (www.revoltaglobal.net). Texto interesante, a pesar de su incesante evocación del bolchevismo triunfante y de la Cheka que van a terminar con las cárceles capitalistas.
[33] Bakounine Ibídem, p. 169
[34] Revista Le Crapouillot, París, 1938, p. 8.
[35] Un guardia se dejó sobornar para hacer la vista gorda. La carta está en el CD-Rom de las obras de Bakunin.
[36] Bakunin, apuntes sobre su rechazo de la filosofía como mera interpretación y sobre la acción revolucionaria como filosofía creadora de cambios sociales colectivos (http://www.fondationbesnard.org/article.php3?id_article=979).
[37] Body Marcel Un piano en bouleau de Carélie (Mes années de Russie 1917-1927), París, 1981. El mismo libro fue reeditado en 2003 en París con otro título Au coeur de la Révolution (Mes années de Russie 1917-1927); la paginación es distinta y las citas están en las pág. 161 y 277.
[38] Descartado de sus cargos políticos por Stalin en 1925, Steklov se dedicó a publicar sobre revolucionarios. También fue destituido en 1935. En 1938 fue encarcelado y murió preso en 1941. Fue rehabilitado en junio de 1956 (http://ya-odessit.ru/content/yurii-mikhailovich-steklov.html).
[39] Se puede conseguir el original (http://knigadarom.com/downloading.php?id=10362).
[40] Chomsky Los intelectuales y el Estado (http://www.fondationbesnard.org/article.php3?id_article=693) pp. 15-17.
[41] Bakunin Estatismo y Anarquía[1873], Buenos Aires, 2004, p. 162; Madrid, 1986, pp. 211-212 [corregido con el texto ruso].
[42] Ídem, o. c., p. 18; p. 66.
[43] Ibídem, o. c., p. 31; o. c., p. 79.
[44] Newman Saul The politics of postanarchism, (http://ebookbrowse.com/saul-newman-the-politicsof-postanarchism-pdf-d352...).
[45] Excepto una pirueta que no aporta gran cosa, al principio del libro, a partir de una cita burlona de Bakunin sobre la felicidad [el original está en Guillaume James, L’Internationale, p. 130 (II parte, capítulo IV). Habría sido lógico tomar de la Confesión un rasgo peculiar inherente a Bakunin: Buscar mi felicidad en la felicidad ajena, mi dignidad en la dignidad de cuantos me rodean, ser libre con la libertad ajena, tal es mi fe, el impulso de toda mi vida. Bakounine Confession, París, 1932, p. 172.
[46] Newman Saul o. c., p. 178