Jaume Balius
Por los fueros de la verdad. No somos agentes provocadores
Han transcurrido muy pocas horas de las jornadas de mayo. Aún perdura en nuestros oídos el fragor del combate. Parece que aún tengamos a nuestro lado aquellos camaradas que, aureolados de una mocedad radiante, besaron con su frente el pavimento barcelonés.
Nuestro cuerpo y nuestros nervios están todavía presos de aquella agitación gigantina [gigantesca]. Nos sentimos maltrechos y fatigados, pero nos sentimos doloridos, en grado sumo, por los conceptos que se han vertido contra los camaradas que exuberantes de amor a las ideas y a la revolución, quisimos defender unas posiciones que las veíamos rasgadas a cada momento y a cada instante, por los sectores que deberían tener un poco de consideración a aquellos hombres que salvaron a España, en las jornadas de julio, del predominio fascista.
No nos hubiese dolido que los sectores no afectos nos hubiesen motejado de provocadores; pero que nuestros propios camaradas se hayan confundido en la categoría de los improperios con el lenguaje de los marxistas y de los izquierdistas, es altamente censurable.
No es la hora de presentar una hoja de servicios. No vamos a decir quienes somos nosotros. Sería una puerilidad enorme que los componentes de la agrupación “Los Amigos de Durruti”, tratásemos de desvirtuar todo lo que se ha dicho de nosotros desde las columnas de nuestra propia prensa confederal.
Publicamos una octavilla y un manifiesto que no reproducimos por tener la seguridad de que la censura nos coartaría nuestra iniciativa. Tenemos una satisfacción inmensa de que el pueblo trabajador, el pueblo que sufre, que no come a dos carrillos y que no busca enchufes, nos recibía con un cariño desmesurado en la calle y que nos arrancaba las hojas de las manos.
Nuestra agrupación lanzó la octavilla y el manifiesto susodicho porque se percató de la desorientación que impera y de la desligazón que se descubría en la calle. Intentamos hacer lo que no hacía nadie. Quisimos dar una solución revolucionaria al impasse en que nos han colocado los comités que se llaman responsables.
Solidaridad Obrera se ha ensañado con nuestra Agrupación. No queremos decir ciertas cosas que no caben en la presente ocasión. Pero es indigno que el vocero de los trabajadores se atreva a infamar a unos camaradas que estaban en la calle y que algunos de ellos han ofrecido su juventud a la causa redentora.
Es sintomático que esta actitud desconcertante de Solidaridad Obrera haya sido imitada, al minuto, por la del diario La Noche , que también se ha atrevido a estampar en sus columnas el epíteto de provocadores por lo que atañe a estos camaradas que aún tienen las mejillas calientes de las lágrimas que rasgaron nuestros ojos ante la vista de los cadáveres de los camaradas caídos.
La agrupación los Amigos de Durruti, está integrada por camaradas, en su mayor parte, que han luchado en el frente, y por buenos militantes de la retaguardia.
Sería prematura nuestra actitud si experiencias anteriores no abonasen nuestro grito airado. No pueden repetirse los errores que son congénitos con los individuos que por temperamento y contextura, han de estar siempre situados por debajo del ímpetu revolucionario del proletariado.
No hacemos caso del mote de provocadores. Años atrás defendimos desde Solidaridad Obrera a nuestros camaradas cuando se les insultaba desde La Publicitat (era José María Planas) y se les llamaba asesinos, atracadores y gánsters. La historia nos descubre que a los revolucionarios se les trata de infamar en todas las épocas y en todas las ocasiones.
No somos agentes provocadores. Nuestras vidas y la sangre derramada por los camaradas caídos es una prueba irrefutable que nadie puede empañar.