Luigi Fabbri
A propósito de Emma Goldman
Otra porquería comunista
Verdaderamente el “comunismo” —idea, humano de igualdad y de libertad por el cual los anarquistas luchan desde hace cincuenta años— aquí no entra más que de nombre. Como no entran tampoco en ciertas porquerías, que se cubren con el nombre comunista, tantos trabajadores partidarios sinceros y buenos de un ideal muy diferente al nuestro pero por sí mismo altamente respetable.
Y si muchos amigos comunistas serán heridos por nuestra protesta indignada, les haremos notar una vez más que, como siempre, no hacemos ahora más que defendernos, embotando la ajena malignidad ultrajosa y difamatoria. No es nuestra la culpa si ciertos falsos apóstoles del “frente único” continúan con su fraseología superficial y pequeño-burguesa, vacía de ideas y solo rica en giros deshonestos, lanzando entre el proletariado, que debiera estar unido, el veneno acre y disgregador de sus polémicas rencorosas y personalistas.
Nos referimos aquí a la última porquería que, para desacreditar a los anarquistas, publicó el Comunista de Roma el 9 de mayo último, con el título La obra de Emma Goldman, anarquista: de 15.000 dólares — artículo que para edificación de los lectores se podría reproducir si no hubiera tanta escasez de espacio.
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Emma Goldman, expulsada, después de una larga prisión, de los Estados Unidos y deportada a Rusia, su patria de origen, ha vivido allá durante más de un año. Acogida con simpatía por los bolcheviquis, hizo los mayores esfuerzos por persuadirse de la bondad del régimen, para el cual, antes de llegar a Rusia había mostrado mucha indulgenia, a pesar de sus ideas anarquistas. Pero poco a poco vio caer todas sus ilusiones.
El error inicial de confiar al Estado la guía de la revolución tenía sus frutos nefastos cuanto inevitables. La crítica anarquista al concepto estatal de la revolución era confirmada por los hechos, más allá de lo previsible. La Goldman no ocultaba ni en público ni en privado sus impresiones dolorosas; razón por la cual fue molestada por la “Checa” y el gobierno ruso no encontró nada mejor que hacerla viajar por los lugares más lejanos posible, con el encargo de recoger material para el museo de la Revolución.
En diciembre de 1921 la Goldman, junto con otros, pidió los pasaportes al gobierno de Moscú para ir al Congreso Internacional Anarquista de Berlín, que debía empezar el 25 de ese mes. Algunos compañeros rusos, en vez de los pasaportes, se vieron, con pretextos estúpidos, encarcelados. La Goldman, con Berkman y Schapiro, pudieron partir, pero los agentes de la “Checa” hicieron de modo que en la frontera fueran arrestados, impedidos de proseguir hasta Berlín y expulsados a Suecia. En Estocolmo la Goldman reemprendió su trabajo periodístico para varios diarios y revistas anarquistas, publicó llamados de socorro para los anarquistas presos en Rusia, etc.
Últimamente escribió una serie de diez artículos sobre Rusia para un diario burgués democrático de los Estados Unidos, el New York World. En estos artículos muy serios e importantes —que cualquiera de nuestras editoriales haría muy bien en traducir y publicar en opúsculo— la Goldman habla como anarquista y comom revolucionaria. Considerando que el tiempo del silencio ha pasado y se puede decir la verdad sin peligro de favorecer a los enemigos de la revolución, eela la dijo. Pero advierte que es necesario no confundir al partido que gobierna a Rusia con la revolución rusa. La crítica anarquista al gobierno es hecha en interés exclusivo de la revolución misma.
Ahora el Comunista, con una fraseología grosera, tomada de las expresiones dialectales napolitanas, fabrica una estúpida correspondencia de Nueva York contra la Goldman. Pero no cita ni siquiera un solo argumento de esta, no discute ninguno y, sobre todo, no desmiento, no niega ninguno de los hechos narrados por la Goldman. Toda la crítica “dialéctica” del diario comunista romano consiste en ataques personales contra la Goldman, en insolencias vulgares, que quieren ser espirituales y son solamente cretinas, y en insinuaciones jesuíticas y difamatorias sobre la vida de Emma Goldman en América antes de ser expulsada a Rusia. Según el Comunista, la Goldman en América habría “vivido continuamente como una reina”.
El más grande argumento contra la Goldman es que ella ha recibido 15.000 dólares del diario americano por sus artículos. El órgano de la difamación comunista habla de esto como de un “se dice” oído de imaginarios admiradores de la Goldman. Sin saber nada todavía, apostamos a que se trata de una inflación fenomenal. Pero es cierto que estos artículos habrán sido pagados, porque todos los diarios burgueses y también los comunistas dictatoriales pagan a sus colaboradores. Los grandes escritores del “comunismo crítico” lo saben bien; porque antes de ser pagados por su obra periodística por el “potente” partido comunista, es decir, antes de abrir tienda periodística por cuenta propia, muchos de ellos escribían para los diarios burgueses. Y no escribían gratis.
Nosotros, lo decimos enseguida, no vemos con mucha simpatía la colaboración periodística subversiva en los diarios burgueses, especialmente sobre cuestiones de polémicas internas entre los diversos partidos proletarios y revolucionarios; como tampoco vemos con simpatía a los obreros albañiles, también subversivos, construir cárceles, a los herreros cerrojos y esposas, a los obreros de los arsenales y a los mecánicos construir naves de guerra y confeccionar armas, etc., etc. ¡Pero en plena sociedad burguesa la intransigencia en la vida práctica no se puede aplicar con un simple orden del día! Y aunque el caso de Goldman no entra siquiera en esta especie de consideraciones, puesto que ella no es periodista en las dependencias burguesas, sino una escritora que ha escrito ocasionalmente, con plena independencia de juicio, sobre un dado argumento solamente lo que cree ser la verdad, en perfecta coherencia con sus ideas, sin embargo hubiéramos preferido que hubiese escrito para un diario anarquista sus impresiones y no para un diario burgués.
Si esto era preferible, no obstante, moralmente nada se le puede reprochar a la Goldman por haber hecho lo contrario. Ella no ha desmentido la verdad ni sus ideas para dar placer a los patrones del diario; y, por consiguiente, la implícita acusación que le hacen los escribas lamepiés del gobierno ruso cae en el ridículo. Por lo demás el desinterés y la sinceridad de Emma Goldman son conocidos desde hace más de treinta años en el mundo anárquico, revolucionario y obrero, especialmente en Inglaterra, en Estados Unidos y entre los emigrados rusos.
Pero lo que hace rugir de rabia a nuestros adversarios es precisamente su persuasión de que la Goldman dice la verdad y habla con sinceridad. ¡La ultrajan, porque es mucho más fácil decir insolencias que desmentir verdades que hoy todos conocen! Estén tranquilos los fariseos del periodismo moscovita. Si Emma Goldman hubiese querido mentir y convertirse solo un poquito a la teoría del hecho cumplido, ¡no hubiera tenido que mandar sus artículos a un tan lejano diario de América!
La compensación por un trabajo periodístico ad usun delphini la habría encontrado mucho más cerca. Y quizá nosotros leeríamos hoy los artículos de la “inteligente” anarquista en el Comunista como leemos los artículos de esa perla de... anarquista de doble cara que es Victor Serge.
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El corresponsal de Nueva York no se conforma con tomársela con la Goldman. Ataca también a Schapiro (a quien en América nadie conoce) y Berkman, como gente que goza allá de una fama inmerecida. Ignora, por ejemplo, que Alejandro Berkman ha pasado muchos años de su juventud entera, en las cárceles de los Estados Unidos por haber demostrado con hechos y no con charlas ser un revolucionario.
Se habla en el Comunista, probablemente inventando, de silbidos rusos y americanos a la Goldman en un mitin en Nueva York. Explíquenos el incauto corresponsal por qué la única organización sindical americana con tendencias avanzadas y sobre el terreno de la lucha de clases, la Industrial Workers of the World, ha rechazado la adhesión a los sindicatos rojos moscovitos. En cuanto a los rusos, es precisamente en un periódico de anarquistas rusos de lengua hebraica de Nueva York donde se publican artículos sobre el bolchevismo y sobre el gobierno de Moscú mucho más aspera que los de Emma Goldman. Estaría bien traducir alguno...
Que la propaganda anarquista les haya hecho romper los huevos en la cesta a los aspirantes dictadores de los varios países, que casi en todas partes han visto huírseles las esperanzas de la propia hegemonía de parte sobre todo el conjunto del movimiento obrero, esto puede darse. Pero deducir que así los anarquistas han hecho “un servicio al capitalismo”, como dice ese tal de... Nueva York, es presunción excesiva. Como en Rusia la revolución no es la misma cosa que el gobierno, así en los varios países el movimiento obrero y revolucionario no se identifica en modo alguno con el partido comunista. Los obreros pueden también seguir escasamente a los comunistas de Estado y moderar sus entusiasmos por los dictadores de Moscú, pero en todas partes quedan, como nosotros, solidarios con la revolución rusa contra las burguesías y los Estados que tienen sobre el cuello sin términos medios.
Es retórica ridícula, que habla de la cuerda en casa del ahorcado, la del Comunista que se hace escribir de... Nueva York que es la culpa de los anarquistas que las masas se han desmoralizado cuando parecían en la aurora del renacimiento y fueron así lanzadas atrás en la reacción, etc. ¡No joroben! Por lo menos hubieran estarse callados estos de Italia, puesto que si el “advenimiento histórico proletario” fue, en 1919-20, siempre postergado, de ello son responsables en conjunto, más bien en su mayor parte, los dirigentes comunistas del partido socialista de entonces. ¡Séame testigo Genna[ilegible]! Las críticas anarquistas al bolchevismo no entraron para nada...
¡Después, oh, después nuestras críticas no tenían más nada que dermoralizar! Y además, las críticas de convicciones ideales sinceras, apoyadas en la proclamación de la verdad, jamás han desmoralizado a nadie. Es la mentira la que desmoraliza, sea cuando calumnia, sea cuando ilusiona, porque cuando la inevitable verdad se abre camino precipitado a los ilusos en el desaliento y en el escepticismo. ¿Pero es acaso la conferencia de Génova, con las zalamerías de Tchitcherin al rey, la que ha moralizado “revolucionariamente” al proletariado?
Para justificar la persecución a los anarquistas rusos, el anónimo del Comunista lanza fango sobre ellos y dice que son “anarquistas individualistas, que han llegado a decir y escribir que por su yo pisotearían el cadáver de su propia madre”. La canalla que escribe esto ¿por qué no precisa? Y por lo demás ¿qué tienen que hacer con estos hipotéticos sedicentes anarquistas la Goldman y los anarquistas presos en Rusia que, en su gran mayoría son comunistas anarquistas y sindicalistas, y algunos hasta son miembros de los soviets?
La verdad es que en Rusia el gobierno bolchevique persigue a todos los anarquistas, pero prefiere perseguir más encarnizadamente a los no individualistas. Y si hace alguna excepción, para salvar las apariencias, la hace precisamente a favor de los renegados o de los sin criterio y los confusionistas, que son los únicos anarquistas o secidentes tales que en Rusia son favorables a la dictadura. Por ejemplo, pertenece a la categoría de los anarquistas del yo, de que habla el Comunista, precisamente uno de sus magnos colaboradores: el llamado Victor Serge, más conocido en los ambientes anarquistas o pseudo anarquistas del amoralismo parisiense con los nombres de Kilbatchiche y Le Retif.
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Continúen, continúen no más los ricos diarios del comunismo dictatorial moscovita esparciendo el veneno de la calumnia, de la difamación y de la injuria gratuita contra los anarquistas.
Nosotros preferiremos —lo repetimos por la milésima vez— conservar nuestras discusiones y disentimientos con los comunistas sobre el terreno leal de las ideas, de los programas y de los hechos realmente acertados. Esto ayudaría más a nuestra propaganda; sería más útil a la causa de la revolución rusa y de la revolución internacional; y ayudaría sobre todo a esa fraternidad de relaciones que sería tan necesaria entre las fracciones políticas italianas...
¡Pero nosotros no pertenecemos a la categoría de esos beatos que se castraron por el reino de los cielos! Si nuestros adversarios comunistas autoritarios prefieren continuar con la especie de “dialéctica” usada hasta aquí, encontrarán siempre pan para sus dientes. Con esta diferencia: que nosotros al defendernos no tenemos necesidad de mentir como ellos al atacarnos, y a sus charlas difamatorias las podemos siempre responder con argumentos basados sobre los hechos.
Continúen, y lo verán.
Luigi FABBRI
Bologna, mayo 1922.